DESECHOS PLÁSTICOS: FLUJO IMPARABLE

No es novedad que los residuos plásticos están ahogando al mundo, especialmente desde que China cerró su importación. Si bien hay esfuerzos por controlar el problema, ellos no alcanzan. El acuerdo logrado por 187 países en el año 2019 en Basilea, Suiza, según el cual no se podrán exportar plásticos indiscriminados y sin el consentimiento del país receptor, en su mayoría países pobres, no está obteniendo mayores resultados.


La realidad es que una gran parte de los mismos terminan desparramados en los campos, atoran los ríos o son quemados en pilas abiertas. Algunos países receptores como Tailandia y Malasia están tomando el asunto en sus propias manos prohibiendo la importación de esos desechos, pero tampoco en esos casos se están obteniendo resultados plausibles, lo que demuestra la complejidad del problema.


En primer lugar, si bien los exportadores tienen que tramitar la aceptación de los envíos garantizando una preselección de los mismos, y muchos de ellos cumplen con esta regulación, existe un número de aventureros que encuentran la manera de evitarla.
 
Las propias naciones importadoras no logran detener el flujo de residuos plásticos ilegales. Naciones que soportan una historia de corrupción encuentran difícil evitar que las propias autoridades de vigilancia no sucumban a diversos niveles de “permeabilidad” de materiales ilegales.
Los materiales plásticos importados tienen por fin el reciclado y su transformación de nuevos productos de consumo, lo que suele ser bastante problemático, pues esos procesos emiten químicos peligrosos como el benceno y las dioxinas bromuradas; y otras veces liberan microplásticos al aire y al agua. A los países receptores más pobres les resulta muy costoso cumplir con las protecciones ambientales y la protección de los trabajadores de esas plantas.
 
La propia Convención de Basilea encuentra problemas en actuar eficientemente pues algunos de los países firmantes del acuerdo no lo han homologado – los EEUU, por ejemplo, uno de los mayores productores de desechos plásticos del globo - y otros no muestran suficiente interés en aplicarlo todo los severamente que sería de desear. En ciertos casos, las industrias que importan materiales para reciclado puntualizan que, de aplicarse exhaustivamente los procesos ecológicamente deseables, el costo de los productos terminados los sacaría del mercado. Es otro caso de ignorancia contable del costo de la protección del ambiente. A nadie parece importarle compartir el costo de proteger al ambiente. Exportar de cualquier forma los desechos plásticos es una forma de transferir a otros – los más débiles - los costos de manejarlos.
 
Pero hay algunas esperanzas de progreso. El parlamento de la Unión Europea propuso que los países que reciban reciclables europeos demuestren, a través de auditorías independientes, que están en condiciones de manejar sustentablemente los desechos y que, eventual y gradualmente, se prohíba la exportación de los mismos.
 
Los países ricos, que son los principales productores de residuos plásticos, tienen que sentirse obligados a contribuir eficazmente a la solución del problema que ellos causan, haciéndose cargo de su reciclado “cerca de casa” y no transferirlo a terceros.


 
Fuente: “Indonesia Cracks Down on the Scourge of Imported Plastic Waste”, by Beth Gardiner, Aug.1, 2023, Yale Environment 360, Plastics, https://e360.yale.edu/features/plastic-waste-imports-recycling-indonesia

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