CARNE Y ANTIBIOTICOS BACTERIA RESISTENTES
Por décadas, los productores de carnes han estado empleando antibióticos para acelerar el crecimiento de los animales, y para prevenir sus enfermedades, y que, al mismo tiempo, los antibióticos hayan venido reduciendo su efectividad en el tratamiento de enfermedades en el ser humano.
En el 2019 las bacterias resistentes mataron 1,2 millones de
personas en el mundo, y otros más de cinco millones murieron por causas
relacionadas a la pérdida de eficacia de los antibióticos: más que el HIV y la
malaria, lo que causó que la Organización Mundial de la Salud (WHO-OMS) calificara a la resistencia de los
antibióticos “una de las mayores amenazas a la salud mundial, la alimentación y
el desarrollo”.
Los médicos han venido clamando por la reducción de su uso
masivo en la producción de vacunos, cerdos y pollos, y solicitando al FDA (Administración
de Alimentos y Drogas de los EEUU) medidas para reducir su uso industrial. El
artículo que comentamos explica porqué es tan difícil liberarse del uso masivo
de los antibióticos en la producción comercial de productos cárneos.
A partir del 2010 se iniciaron acciones tendientes a reducir
el uso masivo de antibióticos en la crianza de animales de las distintas
especies. El FDA implantó la restricción del uso de antibióticos mediante la
necesidad de una receta para su compra y la prohibición de su uso como aceleradores
el crecimiento de los animales. En un principio la industria avícola logró
éxito en este propósito disminuyendo un 40% el consumo de antibióticos entre el
2015 y el 2017. Este fue un éxito parcial, sin embargo, ya que el consumo tuvo
un cierto rebote y luego un amesetamiento en los años siguientes. Además, el
éxito en la avicultura no movió la balanza en el consumo total de antibióticos
en agricultura, ya que ese ramo consume solo el 6% del uso total de
antibióticos en agricultura. Los grandes usuarios son la ganadería vacuna y la
porcina.
En estas dos especialidades, la reducción en el uso total de
antibióticos es mucho más difícil. En primer lugar el tiempo de crianza entre
el nacimiento y el sacrificio es mucho mayor (12 semanas para pollos vs. tres años
para novillos), por lo cual el uso de los antibióticos es mucho mayor. Además, las
cadenas de producción son mucho más complejas, con los animales cambiando
numerosas veces de manos hasta su destino final, en cuyas últimas etapas en la
alimentación intervienen más granos cuya digestión por los vacunos produce más
problemas que pueden prevenirser por medio de antibióticos.
En la porcinicultura se lograron algunos éxitos mediante
cambios en los métdos de crianza, la alimentación y el uso de probióticos. Aun
así, la adopción de estos cambios no es generalizada y, además, el costo de
producción animal aumenta. Algunos países europeos han logrado grandes éxitos
en la materia, pero, obviamente, las condiciones son totalmente diferentes a
las de los EEUU. Aplicaron prácticas de crianza mejoradas, mayor frecuencia en
la limpieza de corrales, mejor ventilación, destetado tardío, uso de vacunas y
alimentación especial. Pero dos estados de los EEUU no esperan medidas
coercitivas del gobierno federal: Maryland y California restringieron el uso de
antibióticos en ganadería.
Los métodos de crianza que pueden disminuir el uso de
antibióticos y, por lo tanto, reducir el peligro de creación de bacterias
resistentes, no son gratis. Todos llevan un costo económico y, lo que es más
grave, un costo ambiental, ya que requieren mayor superficie por animal y, por
lo tanto, mayor huella de carbono. Pero, como cierra el artículo que
comentamos, “es tiempo de que escuchemos, nada menos que el futuro de la
medicina humana está en juego”.
Fuente: “Big Meat just can’t quit antibiotics”, By https://www.vox.com/future-perfect/2023/1/8/23542789/big-meat-antibiotics-resistance-fda
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