POR FIN LOS CIEN MIL MILLONES, PERO….
Las naciones ricas por primera vez cumplen - con dos años de atraso – con los U$S 100.000 millones anuales que vienen prometiendo en las cumbres del clima para ayudar a las naciones más pobres en su lucha contra el cambio climático.
Sin embargo, hilando más fino, mucha de esa “ayuda” no está
constituida por donaciones sino por préstamos que cargan financieramente a los
países receptores, cargas que los complican más que ayudarlos. Y muchos de los
fondos provistos vienen, en realidad, de otros proyectos ya existentes; es
decir, no son fondos nuevos, sino que solo son parte de los 100.000 millones
prometidos por una maniobra contable.
El proceso de proveer y contabilizar las finanzas climáticas
es confuso, y esto lo vienen puntualizando los países en desarrollo, que piden
mayor claridad y transparencia en los números.
En las próximas negociaciones a discutirse en la COP29 a
realizarse en noviembre en Azerbaijan se ventilarán demandas de una mejor forma
de calcular los fondos que se destinen a proyectos climáticos, y que los mismos
sean una verdadera ayuda y no una carga financiera adicional insostenible.
Los países pobres piden que una parte mayor de esa ayuda sea
destinada al muy discutido aporte para “loss
and damage” (pérdidas y daños), o ayuda de “adaptación” a los cambios climáticos
como las olas de calor más graves, sequías, inundaciones, desplazamientos
poblacionales debidos al aumento del nivel del mar, etc.
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