BIOREMEDIACIÓN DE AMBIENTES TÓXICOS.
El concepto de bioremediación – detoxificación de ambientes
por medios biológicos – no es, ciertamente, un concepto nuevo, aunque al
comienzo fue asombroso e intrigante. En un principio se detectaron microbios
que podían desarrollarse en medios muy adversos como los derrames de petróleo,
alimentándose de los hidrocarburos como fuente de carbono y energía. A finales
del siglo pasado, esos microbios fueron cultivados y usados para limpiar esos
ambientes de la polución petrolera. Hoy, casi medio siglo después, la
investigación de los organismos bien llamados extremófilos (propensos a desarrollarse en situaciones extremas) está
utilizando las técnicas de la ingeniería molecular más avanzada para
identificar familias de microbios posibles extremófilos, aislándolos y
reproduciéndolos con la esperanza cierta de aumentar los medios prácticos para
la bioremediación.
En el artículo de la publicación Chemical & Engineering News (1) que aquí comentamos
se mencionan algunas investigaciones que, aún lejanas de su utilización
práctica en bioremediación, muestran el alto nivel de la bioingeniería usada en
esos desarrollos.
Uno de los ejemplos descriptos es el que llevan a cabo
equipos de investigación del laboratorio Chris Mason de la Escuela de Medicina
de la Universidad de Cornell, Nueva York, EEUU con profesionales de Genespace, laboratorio comunal de
biotecnología de Brooklyn, Nueva York, EEUU, sobre los residuos subacuáticos
del Canal Gowanus, un cuerpo de agua supertóxico de los ambientes que la
Agencia de Protección Ambiental (EPA) de los EEUU calificó como sitios
comprendidos en el Acta ambiental del Congreso Norteamericano de 1980 y conocidos como Superfunds
(un proyecto de US$ 1.600 Millones para limpiar sitios muy
polucionados).
El equipo, introduciendo un caño de cloruro de polivinilo
en el fondo del canal, recoge muestras del lodo que luego, llevado al
laboratorio, los investigadores extrajeron y secuenciaron DNA, identificando
más de 400 especies de bacterias, arqueas y viruses, y más de 1.000 genes de
proteínas capaces de procesar metales pesados que poseen esa secuencia de DNA. Este
canal recibe aguas de un sitio que fue usado para descargar efluentes
industriales con contaminantes tales cono los hidrocarburos clorados, el
pernicioso y ubicuo EHC (Chlorinated Ethyl
Carbohydrates), hoy reconocido agente
cancerígeno prohibido por la EPA.
Para preparar las muestras para la secuenciación los
investigadores del equipo lisaron las membranas de las células de los
microorganismos existentes en el lodo recogido para liberar DNA y cortarlo en
piezas de tamaño adecuado para que el instrumento secuenciador los separe y, por
análisis computerizado, se los pueda comparar con los que se encuentran en las
listas existentes de material genético específico a ciertos microbios o a
ciertas funciones de los genes.
El otro ejemplo mencionado en el artículo de Chemical &Engineering News es el de un
sitio Superfund diferente, uno con
contaminación de metales pesados dejado por la extinta mina de cobre Ely en
Vermont, EEUU, cuyas rocas drenan agua ácida con sulfuros metálicos a las napas
subterráneas y en la que existen posibles comunidades microbianas que prosperan
en un ambiente hiperácido. Bombeando agua a través de filtros de ADN se usó
secuenciación metagenómica shotgun que
secuencia todos los genomas microbianos de la muestra.
El artículo que comentamos también menciona brevemente
otros estudios acerca de extremófilos que se están llevando a cabo en otros
ambientes tóxicos. El objetivo es siempre encontrar los extremófilos particulares
en cada caso y posiblemente adaptar las condiciones que eventualmente permitan
soluciones de bioremediación. Los investigadores aceptan que hay un largo
camino a recorrer antes de que la bioremediación por extremófilos sea un hecho.
Muestrear sitios, identificar los microbios, hacer el análisis genético,
cultivar los microbios en el laboratorio logrando las condiciones extremas (no siempre posible), y trasladar los
resultados a la escala ambiental de cada sitio constituye un rico y extenso
campo de investigación para los científicos cuya meta es aplicar la
bioremediación de ambientes tóxicos, la que resulta no solo más barata sino más
saludable que eliminar las toxinas por medios químicos.
Fuente: “Aprendiendo
de la vida en los sitios Superfund”, Por Bec Roldan, especial para
C&EN, Jul.14, 2025 (C&EN Vol 103, Número 17), https://cen.acs.org/environment/pollution/Learning-life-living-Superfund-sites/103/web/2025/07
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