FRACKING Y TERREMOTOS



EL CONTROVERTIDO FRACKING, PUEDE PRODUCIR TERREMOTOS? 
(ENGLISH VERSION BELOW)


Image: a road harmed by fracking earthquake, Thebluedotpost.com
Aún cuando sea difícil de probar, existe la opinión de que el fracking puede causar un inusual aumento de actividad sísmica en las áreas de perforación del mundo. Pero hay otro terremoto que está incubándose: el de la opinión pública acerca de cómo el fracking puede afectar el equilibrio del balance ecológico. Si esta fuerza entra en un curso de colisión con los enormes  intereses económicos y políticos, pueden ocurrir peligrosos conflictos sociales.
Según un artículo aparecido en el periódico The Washington Post (1), el año pasado el estado de Oklahoma (EEUU) sufrió 567 terremotos de por lo menos magnitud 3.0 sacudiendo un número de condados desde la capital del estado hasta la línea del estado de Kansas, alarmando a una población acostumbrada a tener no más de un par de temblores al año.   
La ciencia pareciera respaldar a la industria petrolera y gasífera, pero el problema parece ser no tanto la extrema presión necesaria para partir los esquistos y liberar el petróleo o el gas, sino de los profundos pozos para aguas de desecho ligados al impresionante aumento de actividad sísmica a través de todo el centro de los EEUU.
Pero cuidado! En un estado fundado en la riqueza petrolífera “las autoridades han venido mostrándose dudosas en  limitar a una industria que produce la tercera parte de la economía del estado y uno cada cinco empleos”.
Tanto la oficina Geológica nacional de los EEUU (U.S. Geological Survey – USGS) como la Oficina Geológica del Estado de Oklahoma confirmaron una conexión entre el explosivo crecimiento de la explotación de petróleo y gas y un aumento de la actividad sísmica en Texas, Colorado, Arkansas y Ohio, tanto como en Oklahoma. Las nuevas técnicas de extracción como la perforación y la fractura hidráulica horizontal generan cantidades masivas de aguas residuales que son re-inyectadas profundamente bajo tierra para evitar la contaminación de las aguas superficiales.
Oklahoma tiene unos 3,300 pozos activos de disposición de agua residual a los que se bombean más de 2.000 millones de barriles de salmuera tóxica al año en una vasta red de fallas enterradas bajo la rojiza tierra de las praderas. Si bien hasta ahora no fue posible establecer una clara conexión entre los temblores y los pozos de agua residual, bajo las condiciones geológicas adecuadas esas inyecciones pueden desencadenar una mucho más importante y mortífera consecuencia, y la presión social y política está demandando acciones de control, siguiendo el ejemplo de otros estados petrolíferos en los que se dio lugar a políticas más agresivas.
El fracking parece ser la nueva frontera del oro y del petróleo en todo el mundo. Todo país con posibilidades geológicas de tener petróleo o gas de esquistos se apresura a llevar a cabo, en primer lugar, estudios sismológicos que indiquen una posible riqueza petrolífera, y acto seguido apuradas perforaciones. Así. Las consecuencias no parecen tener demasiada importancia en un mundo sediento de energía. El peso económico y político parece ser demasiado grande en comparación con las mayores o menores consecuencias físicas posibles. Igual que en Oklahoma la vida del estado o la comunidad depende del petróleo o el gas. Toda actividad, desde el almacén de abarrotes a los médicos, las estaciones de servicio a los hoteles, los dentistas al periódico local, los mecánicos a los barrenderos, la supervivencia económica de todo lo que está sobre esos pozos depende de estos. Situación que es prácticamente imposible o aún deseable de limitar. Como todo en la vida, todo depende de alcanzar un balance de fuerzas encontradas que tome en cuenta los beneficios y los derechos individuales y comunitarios. Balance que no es para nada estático y que debe ser monitoreado y alcanzado para mantener al sistema dentro de rangos más amplios o menos amplios dependiendo de las circunstancias, pero que siempre debe estar orientado a la supervivencia de la Tierra y sus habitantes, incluidos nosotos y nuestros hijos.
Esta es una cuestión especialmente importante para Argentina donde se descubrió el que se cree es uno de los mayores depósitos de gas de esquisto del mundo, y todo el mundo enloqueció firmando acuerdos de cualquier clase con empresas petroleras de todo tipo bajo cualquier condición, ignorando los peligros ecológicos que ellos implican y que apuntan a que, una vez explotados y agotados los recursos, lo que va a quedar será simplemente tierra desértica y comunidades abandonadas que fueron construidas de apuro para albergar a las oleadas de trabajadores venidos de todos los rincones del país para provechar los despojos de las nuevas riquezas mientras ellas duren.

(1) Oklahoma worries over swarm of earthquakes and connection to oil industry.  , Ene. 28, 2015, The Wahsington Post.
(*) Lori Montgomery cubre los aspectos de política económica y presupuestarias de los EEUU con especial orientación a los esfuerzos para controlar la deuda pública.
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CONTROVERSIAL FRACKING: CAN IT INDUCE EARTHQUAKES?
Although it is hard to prove it, there is a general opinion that fracking can be the cause of the unusual increase in earthquake activity in drilling areas of the world. But there is another earthquake in the makling: that of the public opinion about how fracking affects basic ecological balance. If this force enters in a collision path with the extremely powerful economic and political interests it may lead to dangerous social conflicts.
According to an article in The Washington Post (1) last year, Oklahoma.suffered 567 quakes of at least 3.0 magnitude rocking a swath of counties from the state capital to the Kansas line, alarming a populace long accustomed to less than a couple of quakes a year.
Science seems to back the oil and gas industry, but the problem seems to be not so much the extreme pressure needed to split shale rock and free the gas or oil, but the deep wastewater disposal wells that have been linked to a dramatic increase in seismic activity across the central United States. But mind you, in a state founded on oil wealth, “officials have been reluctant to crack down on an industry that accounts for a third of the economy and one in five jobs”.
Both the U.S. Geological Survey (USGS) and the Oklahoma Geological Survey have confirmed a connection between the recent oil and gas boom and a sharp uptick in seismic activity in Texas, Colorado, Arkansas and Ohio, as well as Oklahoma. New extraction techniques, such as horizontal drilling and hydraulic fracturing, generate massive amounts of wastewater, which are then injected deep underground to avoid contaminating clean water near the surface.
Oklahoma has about 3,300 active disposal wells, pumping more than 2 billion barrels of toxic brine a year into a vast network of faults buried under the red-dirt prairie. But so far it hasn’t been possible to establish a clear connection between the quakes and wells.
Under the right geological conditions, those injections could trigger quakes. With seismologists warning that the spreading earthquake swarms could trigger something far bigger and potentially deadlier, social and political pressure is building to follow the lead of other oil and gas-producing states taking more aggressive action.
Fracking seems to have been the new oil and gold frontier for the whole world. Any country that has a geological possibility of having shale oil or gas is rushing to perform seismological studies that would point out to a possible oil or gas riches in the first place, and to hasty drilling a little after if the conditions seem right and promising. Nevertheless, consequences don’t seem to have great importance in an energy thirsty world. Oil economic and political weight is too large compared to the larger or lesser physical consequences. As in Oklahoma, the very life of a state or a community is at stake. Everything from grocery stores to physicians, gas stations to hotels, dentists to the local newspaper, car mechanics to garbage services, lives sitting atop oil and effluent wáter wells depend on them. As it does, of course, the flow of tax revenues and government projects, everybody and everything depend in larger or lesser extent on the local fracking industry. A situation that is all but imposible or perhaps even desirable to curb. As everything in life, it all depends on reaching a wise balance of forces that weighs in individual and community profits and rights. A balance that is far from being static and that must be monitored and acted upon in order to keep it within a wider or narrower range that depend on the cricumstances, but that must always be oriented to the survival of the Earth and its inhabitants: among others, us and our children and grandchildren.
This is specially important to us in Argentina where the believed 7th largest shale gas deposit of the world has been discovered and we seem to have all gone beserk striking any kind of deals with any kind of companies under any kind of conditions, possibly ignoring the ecological dangers they entail and the fact that once exploited to its exhaustion, what is going to be left may be just barren land and deserted communities that have been hastily and probably carelessly built to host the swarms of laborers coming from every corner of the country to profit from the expoils of the newly found riches for as long as they may last.

(1) Oklahoma worries over swarm of earthquakes and connection to oil industry.  , January 28, 2015, The Wahsington Post. (*) Lori Montgomery covers U.S. economic policy and the federal budget, focusing on efforts to tame the national debt. Original article:

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