VESTIRNOS, UN SERIO PROBLEMA

 


En el proceso evolutivo de hominización del Australopitecus, o quizás el Homo habilis, hemos pasado de vestirnos con hojas de parra hasta la actual  fast fashion (moda rápida) y el wear and tear (usar y tirar). Al principio nos hemos vestido, primariamente, para cubrirnos la vergüenza  y para protegernos de la intemperie. Pero después, ya llegando a las etapas actuales del Homo sapiens sapiens, el vestido vino a ser un medio cultural de identificación y diferenciación. Esta evolución nos llevó, también, desde la etapa de obtener y conservar los recursos escasos a aprender qué hacer con la ropa llegado su final útil, sea este final uno físico o social.

El artículo que comentamos en primer lugar (1) discute una forma de extender los recursos para alimentar a la industria textil, hoy rápidamente creciente. Concretamente en este caso, manipular restos de producciones agrícolas, principalmente la paja de cereales, para transformar su celulosa en fibras potencialmente hilables, suplantando al mismo tiempo al algodón, una fibra costosa y en muy alta demanda.

El proceso incluye un tratamiento de los residuos fibrosos  con soda cáustica para disolver la lignina que mantiene a la celulosa unida en las fibras, y obtener una masa factible de hilar. Sería este un proceso de menor demanda química que la de separar las fibras de la madera hoy también usada para obtener fibras textiles. En la comparación entre estas dos fuentes de celulosa entran en consideración otros elementos. Por ejemplo, la huella de carbono que, en el caso de la madera es menor que en el caso de los rastrojos de cereales, ya que estos se derivan de cultivos que requieren insumos que los bosques no requieren. Pero, por otra parte,  también debe considerarse que la madera no solo es un material con usos más valiosos que los rastrojos de cereales, sino que los bosques cumplen funciones ecológicas que es preciso conservar, y en especial ambientales de reducción del CO2 en el aire.

Hasta aquí el aspecto de los recursos de la materia prima de la industria textil, los hilados, primera etapa en la producción de la vestimenta que el Homo sapiens sapiens necesita. Ahora pasamos a comentar otro artículo (2) referido éste a la producción, uso y desecho del vestido propiamente dicho.

Para empezar, pocos somos conscientes de que, como dice el artículo, “La industria de la moda es responsable de entre un 2% y un 10% de las emisiones globales de carbono”, que en Europa los textiles son el cuarto mayor aportante de emisiones, solo algo menor que la habitación, el transporte y los alimentos, y que es el aportante del 35% de los microplásticos en los océanos. Pero la ropa tiene connotaciones psicológicas y sociales que otros productos de consumo no tienen, y si se quieren reducir los perjuicios que causa al ambiente la necesidad de contar con vestimenta, el primer paso sería ver cómo reducir su consumo.

Se han propuesto métodos para que el consumidor no use tanta ropa (por ejemplo, en los EEUU el consumidor compra un promedio de una prenda cada cinco días y medio) y se le ha sugerido no comprar nada que no va a usar por lo menos 30 veces. Si solo comprara 5 piezas de vestir por año, la huella de carbono de la industria estaría acorde con la consabida reducción del aumento de 1,5ºC. al año de la temperatura del globo. También se han recomendado cambios conductuales como lavar las prendas menos veces, lavar con agua fría y no usar la secadora rotativa.

Siguiendo con otros cambios culturales para prolongar la duración de la ropa, el artículo hace referencia a su reutilización, por ejemplo, compartir o reusar las prendas, conducta llamada consumo colaborativo. La factibilidad y el impacto ambiental de esta posibilidad depende del tipo de ropa: una cosa es un par de zoquetes que se usan una y otra vez, y otra muy diferente un vestido de fiesta. En este sentido, los mercados de ropa usada en buenas condiciones de re-uso y los de venta de ropa donada están creciendo rápidamente. Pero en los EEUU el volumen de la ropa donada que es vendida para su re-uso abarca solo un 20% de esa clase de ropa, el resto es destinado a la fabricación de trapos, es exportado a países en desarrollo o terminan en los vaciaderos de basura. (En este blog nos hemos ocupado otras veces del problema del reciclado o el desecho de ropa de moda rápida: RECICLADO DE MODA DESECHADA, Mayo 22, 2025, y “MODA INSOSTENIBLE”, MULTIPLICADOR ECONÓMICO VS. DESASTRE AMBIENTAL, Abril 26, 2024. y lo hemos hecho con bastante detalle). Entre otros problemas hemos mencionado la dificultad de reciclar telas con mezclas de fibras como algodón y poliéster, y tantísimas otras fibras químicas como polipropileno, poliester, spandex, etc. ya que cada una requiere un proceso diferente. El primer paso, y no menor, por cierto, es separar cada fibra de la mezcla en que se encuentran en la prenda a reciclar. Los mejores cerebros de la ciencia y la técnica están abocados a encontrar los métodos más creativos para separar del algodón o la lana, las distintas fibras sintéticas. Pero esto es más fácil decirlo que hacerlo, por lo menos en una forma económica a niveles de economía de escala.

El artículo que comentamos resume el problema diciendo: “Llegamos así a cerrar todo el ciclo de la sustentabilidad de la moda. A menudo hay un conflicto entre durabilidad y reciclabilidad: hacemos que las prendas duren más para que podamos re-usarlas? O debemos aceptar a regañadientes al atractivo de la moda rápida y abocarnos inevitablemente a reciclarla?” Y concluye diciendo, resignadamente, “Quizás las soluciones al problema de la sustentabilidad del vestido son tan diversas como la de quienes lo usan”.

Fuentes:

(1)     (1) “From crop waste to clothing: new research takes a first step”, by Emma Bryce, Jun.20, 2025.

(2)    (2)  “Why is it so hard to change our clothes”, by Sarah DeWeerdt, https://www.anthropocenemagazine.org/2024/09/why-is-it-so-hard-to-change-our-clothes/

Im    Image: Anthropocene Magazine

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