GUERRA: RETROCESOS EN EL CONTROL CLIMÁTICO

La angustiante escasez de combustibles en Occidente debido a la Guerra en Ucrania justifica recurrir a combustibles de otros orígenes, algunos menos limpios. Las promesas que se habían logrado en Glasgow de cambios en las fuentes de energía de fósiles a renovables se ven obstaculizadas por la necesidad de contar con gas natural que suplante al que se recibía de Rusia.


En el COP26 se prometió limitar las inversiones en el desarrollo de fuentes de gas natural, propuesta que ahora en África se ve coartada. Algunos jefes de estado africanos y las industrias aliadas recibieron con beneplácito el retorno de política energética pre COP26, aduciendo que la extracción de gas ayudará en la financiación de la transición a las energías renovables.

Este cambio de política energética en África no es ciertamente bienvenida por los ambientalistas que descreen de que alguna vez se llegue a disminuir la extracción y consumo de combustibles fósiles, se logren o no avances en las renovables. Este es un duro golpe al cambio climático, o por lo menos al impulso hacia la transición a las renovables.

Como ejemplo de lo anterior, en el mes de mayo el Canciller Alemán Olaf Scholz se reunió con el Presidente de Senegal para asegurar el apoyo de ese gobierno a la provisión del gas natural de los yacimientos marinos del país. Hace solo unos días la UE reforzó sus planes de apoyo a la seguridad del proyecto de gas natural de Cabo Delgado, Mozambique, asediado por insurgentes islamistas.

Nigeria tiene las mayores reservas comprobadas de gas natural del continente, seguida por Argelia, Senegal, Mozambique y Egipto, todos partidarios del uso del gas natural como “combustible de transición”, facilitando el desarrollo económico y el cambio sin rispideces hacia las inversiones en energía solar e hidráulica y como medio de proveer energía a sus grandes poblaciones de pobres.

En medio de la controversia sobre la intensificación de la extracción de gas natural se encuentra el álgido tema de la compensación a los países pobres por el cambio climático causado, dicen, por los que más consumen, no por los más pobres. En la próxima COP27 en noviembre en Egipto este será un tema muy ríspido, en principio quitado de las reuniones previas por los países más ricos, pero que volverá a ser el centro de la COP27.

Por una parte quienes apoyan la extracción de gas puntualizan que los países africanos son los menores emisores per cápita del planeta, y que esperar que ellos resignen sus recursos para limpiar el desastre climático causado por las que fueron sus anteriores potencias coloniales es inherentemente hipócrita.

En el bando opuesto, los ambientalistas dicen que las explotaciones gasíferas y petroleras en África fueron fuente de grandes impactos negativos en el nivel de vida de la población, aumentando la pobreza, las violaciones de los derechos humanos, la acaparación de tierras y la corrupción. Agregan que si Europa sigue en su curso anti ambientalista provocará una nueva era de combustibles fósiles en África y hará la transición a las energías limpias mucho más difícil.

Ciertamente, en África hoy el clima energético está bastante caldeado y no solo por el cambio climático en sí, sino, por una parte, por las presiones de una Europa extremadamente necesitada de combustibles y aliada a los intereses fósiles y a la necesidad de desarrollo de poblaciones excesivamente postergadas, y por la otra por los ambientalistas que ven un mundo gravemente amenazado por un cambio climático que día a día se hace más evidente y acuciante.
 
Fuente: “As Europe eyes Africa’s gas reserves, environmentalists sound the alarm”, by Ashoka Mukpo, 19 August 2022, https://news.mongabay.com/2022/08/

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