U.S. DAKOTAS: AQUÍ VIENE LA CABALLERÍA
En la historia de la colonización norteamericana los encuentros entre indios y colonos frecuentemente terminaban con la intervención de la caballería. Hoy, por lo menos en un caso, comunidades nativas y los colonos se unen y empujan para el mismo lado.
Pueblos originarios y agricultores de los estados de Dakota del Norte y Dakota del Sur, EEUU, se unen contra la construcción de una cañería de transporte de anhídrido carbónico capturado y licuado desde su punto de producción, una inmensa planta de producción de alcohol como biocombustible, y su transporte hasta el punto propuesto para su inyección y depósito subterráneo a gran profundidad en esos estados.
Históricamente los pueblos nativos y los agricultores estuvieron siempre en los bandos opuestos ya que estos últimos han ido tomando las tierras agrícolas de los nativos. Y también ha ocurrido así en el tema de gasoductos y oleoductos, ya que los primeros temen el avasallamiento de sus sitios ancestrales de culto mientras que los segundos generalmente apoyan esas obras, ya que los concesionarios les pagan por el uso de la tierra ocupada. En el presente caso, sin embargo ambos estarían del mismo lado, ya que los agricultores parecen exhibir una mezcla de concientización racial, preocupación ecológica y simple oposición a los grandes capitales agrícolas.
El gigantesco ducto, hasta el presente el más grande del mundo, con una extensión de 2.000 millas y a un costo de U$S 4.500 millones, atravesaría cinco estados del Medio Oeste norteamericano – Iowa, Minnesota, Nebraska y las dos Dakotas – transportando el CO2 generado como desecho por varias plantas de producción de alcohol de granos por fermentación de la empresa Summit Agriculture Group, gas que, en lugar de ser desechado a la atmósfera, será capturado, presurizado, licuado, transportado por el ducto y finalmente enterrado a miles de metros de profundidad en varios sitios del oeste de Dakota del Norte.
La oposición de los pueblos nativos al proyecto es comprensible. Históricamente esos pueblos sufrieron el avasallamiento del hombre blanco y en general terminaron aceptando territorios constituidos en reservas, no siempre debidamente respetadas. Ellos tienen en esas tierras sus sitios sagrados, cementerios y sitios de culto, razones que han ido perdiendo peso en la colonización económica y tecnológica del mundo en el presente. Si bien los ejecutores del proyecto están tomando las acciones necesarias para asegurar a las poblaciones nativas que sus derechos serán respetados, asegurándoles decisiones informadas y libres, la experiencia de esas comunidades les aconsejan cautela.
Por su parte, la Summit Agriculture Group, un gigante multinacional productor de etanol usado fundamentalmente como combustible, dice que el ducto permitirá que 12 millones de toneladas de CO2 resultante de la fermentación sean capturadas y enterradas en lugar de desechadas al ambiente. Esto equivale, según la empresa, a retirar de la circulación 2,6 millones de automóviles, calculados a razón de 5 toneladas de CO2 que produce anualmente un automóvil.
Algunos expertos opinan que podrían existir problemas de seguridad al transportar el CO2 capturado, ya que el gas licuado es algo inestable y existe el peligro de roturas y pérdidas, como ya ha ocurrido en por lo menos un caso en el 2020 en un ducto de CO2 licuado en Sartoria, Mississippi, cuyas pérdidas causaron problemas ambientales y de salud en su entorno.
Los que se oponen al proyecto también aportan una razón interesante. Dicen que siendo la sustitución de los vehículos a combustión interna por eléctricos una tendencia muy marcada y definitiva, la realización de semejante obra no se justificaría en el tiempo.
Así, pues, nos encontramos en la disyuntiva entre ventear del CO2 a la atmósfera con el consecuente perjuicio climático o capturarlo y almacenarlo por medio de una gigantesca obra a la que se opone un número considerable de ciudadanos y que, de todas maneras, no evitarán el problema principal que es la producción de un combustible que, si bien no es fósil, produce idéntica contaminación ambiental con los gases de combustión.
Así, este es un caso palpable de que los mega millones designados por el plan Biden Inflation Reduction Act para la reducción de emisiones invernadero terminan subsidiando a la industria de los combustibles en lugar de promover las energías renovables.
Fuente: “'Our horses are ready': Native Americans and white farmers form an unlikely alliance to oppose a pipeline in the Dakotas”, Gretchen Morgenson, Karla Hult, Andrew Davis, Lydia Bermel, Claire Boldt, Fricka Lindemann, Anna Mulhern, Oct. 25, 2022, NBC News (https://www.nbcnews.com)
Pueblos originarios y agricultores de los estados de Dakota del Norte y Dakota del Sur, EEUU, se unen contra la construcción de una cañería de transporte de anhídrido carbónico capturado y licuado desde su punto de producción, una inmensa planta de producción de alcohol como biocombustible, y su transporte hasta el punto propuesto para su inyección y depósito subterráneo a gran profundidad en esos estados.
Históricamente los pueblos nativos y los agricultores estuvieron siempre en los bandos opuestos ya que estos últimos han ido tomando las tierras agrícolas de los nativos. Y también ha ocurrido así en el tema de gasoductos y oleoductos, ya que los primeros temen el avasallamiento de sus sitios ancestrales de culto mientras que los segundos generalmente apoyan esas obras, ya que los concesionarios les pagan por el uso de la tierra ocupada. En el presente caso, sin embargo ambos estarían del mismo lado, ya que los agricultores parecen exhibir una mezcla de concientización racial, preocupación ecológica y simple oposición a los grandes capitales agrícolas.
El gigantesco ducto, hasta el presente el más grande del mundo, con una extensión de 2.000 millas y a un costo de U$S 4.500 millones, atravesaría cinco estados del Medio Oeste norteamericano – Iowa, Minnesota, Nebraska y las dos Dakotas – transportando el CO2 generado como desecho por varias plantas de producción de alcohol de granos por fermentación de la empresa Summit Agriculture Group, gas que, en lugar de ser desechado a la atmósfera, será capturado, presurizado, licuado, transportado por el ducto y finalmente enterrado a miles de metros de profundidad en varios sitios del oeste de Dakota del Norte.
La oposición de los pueblos nativos al proyecto es comprensible. Históricamente esos pueblos sufrieron el avasallamiento del hombre blanco y en general terminaron aceptando territorios constituidos en reservas, no siempre debidamente respetadas. Ellos tienen en esas tierras sus sitios sagrados, cementerios y sitios de culto, razones que han ido perdiendo peso en la colonización económica y tecnológica del mundo en el presente. Si bien los ejecutores del proyecto están tomando las acciones necesarias para asegurar a las poblaciones nativas que sus derechos serán respetados, asegurándoles decisiones informadas y libres, la experiencia de esas comunidades les aconsejan cautela.
Por su parte, la Summit Agriculture Group, un gigante multinacional productor de etanol usado fundamentalmente como combustible, dice que el ducto permitirá que 12 millones de toneladas de CO2 resultante de la fermentación sean capturadas y enterradas en lugar de desechadas al ambiente. Esto equivale, según la empresa, a retirar de la circulación 2,6 millones de automóviles, calculados a razón de 5 toneladas de CO2 que produce anualmente un automóvil.
Algunos expertos opinan que podrían existir problemas de seguridad al transportar el CO2 capturado, ya que el gas licuado es algo inestable y existe el peligro de roturas y pérdidas, como ya ha ocurrido en por lo menos un caso en el 2020 en un ducto de CO2 licuado en Sartoria, Mississippi, cuyas pérdidas causaron problemas ambientales y de salud en su entorno.
Los que se oponen al proyecto también aportan una razón interesante. Dicen que siendo la sustitución de los vehículos a combustión interna por eléctricos una tendencia muy marcada y definitiva, la realización de semejante obra no se justificaría en el tiempo.
Así, pues, nos encontramos en la disyuntiva entre ventear del CO2 a la atmósfera con el consecuente perjuicio climático o capturarlo y almacenarlo por medio de una gigantesca obra a la que se opone un número considerable de ciudadanos y que, de todas maneras, no evitarán el problema principal que es la producción de un combustible que, si bien no es fósil, produce idéntica contaminación ambiental con los gases de combustión.
Así, este es un caso palpable de que los mega millones designados por el plan Biden Inflation Reduction Act para la reducción de emisiones invernadero terminan subsidiando a la industria de los combustibles en lugar de promover las energías renovables.
Fuente: “'Our horses are ready': Native Americans and white farmers form an unlikely alliance to oppose a pipeline in the Dakotas”, Gretchen Morgenson, Karla Hult, Andrew Davis, Lydia Bermel, Claire Boldt, Fricka Lindemann, Anna Mulhern, Oct. 25, 2022, NBC News (https://www.nbcnews.com)
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