SUPERMERCADOS VS. PEQUEÑOS PROVEEDORES
GUERRA DE PRECIOS CON LOS SUPERMERCADOS: GOLIATS VS.
DAVIDES? (ENGLISH VERSION BELOW)
La guerra de precios
de los supermercados siguen “devastando” a los proveedores de alimentos y bebidas
más pequeños en una lucha tipo David contra Goliat con los grandes mayoristas.
Es un constante tema de discusión en las reuniones de las cámaras de proveedores
en Argentina tanto como en el resto del mundo. Es que habrá una forma para
salir de esta guerra o por lo menos llegar a una tregua?
Image: Supermercdos – ecreditos.com.ar
Obviamente, la guerra
de precios de los supermercados no es algo exclusivo de Argentina, y su génesis
es la misma en todo el mundo: el devastador poder de negociación de aquellos
que tienen la posibilidad de llegar a la mayoría de la demanda absorbiendo la mayor parte de la oferta. Un interesante artículo en el servicio de noticias Industry & Consumer Trends (1) describe
el aprieto de los pequeños proveedores en el Reino Unido, aprieto que es el
mismo en Argentina y en todo el mundo. Y las previsiones para todos no parecen
ser muy alentadoras.
Esta guerra es la
consecuencia de uno de los inconvenientes que surgen junto con los beneficios
de las economías de escala. Porque
si bien es cierto que las economías de escala presentan ventajas en reducción
de costos y, por lo tanto, de precios – algo atractivo para los consumidores –
también es cierto que al mismo tiempo el enorme poder de negociación de los grandes volúmenes pone a los
proveedores más pequeños en clara desventaja.
Este problema existió
desde la prehistoria cuando el homo
erectus afrontó una economía de
limitaciones, sean de territorio, alimento, fuerza física o capacidad, sexo
o cualquiera de las otras necesidades primarias de la vida. El individuo que
tenía lo que otros necesitaban y no podían fácilmente conseguir llevaba la
mejor parte.
Se podía tratar este
problema a través de varias restricciones alternativas metodológicas: ya sea de
carácter moral o ético por una
parte, o normativas por la otra.
Mientras que las primeras dependen exclusivamente de los principios y voluntad del individuo, las segundas
tienen que ser impuestas por la fuerza,
mayormente por los gobiernos. Y, desde luego, a nadie le gusta las
imposiciones. Por la otra parte, las restricciones voluntarias no pueden ser fácilmente inducidas solo a través del razonamiento. Estas dos fuerzas parecen
ser irreconciliables y destinadas a chocar.
Pero tiene esto que
ser así? Es cierto que la parte más poderosa puede exprimir beneficios de la
otra parte más débil. Pero hasta cuándo? Hasta
que la más débil desaparece en cuyo caso el negocio del más fuerte se acaba.
Desde luego, usualmente hay muchas más partes débiles compitiendo por los
favores del más fuerte, los que son muchos menos. Excepto cuando la parte más
débil tiene una habilidad o capacidad exclusiva
para conseguir de alguna manera pisar el freno morigerando las ínfulas del
mamut.
Este es el drama de
la competencia y no hemos sido capaces de encontrarle una solución. Ha sido así
desde la era de los dinosaurios. El hombre siempre tuvo, tiene y tendrá que competir para vivir. Lo hacía al
principio enarbolando el palo más pesado o la lanza más filosa: ahora la lucha
devino mucho más sofisticada. Más sofisticada pero igualmente mortal.
Por lo tanto, las
guerras de precios de los supermercados parecen destinadas a continuar
devastando a los pequeños proveedores… Pero no olvidemos el principio del poder
de la asociación. Los trabajadores
sindicalizados ganan fuertes competencias con la industria y el comercio. En el
caso de los pequeños productores y proveedores podrían tratar de ganar la
guerra de precios de los supermercados a través de la asociatividad. Ya que no sería la primera vez que se ha tratado de
hacer así y con buenos ejemplos de Davides
que, reforzando sus hondas, eligiendo bien sus cantos rodados y afilando su
puntería derrotaron a Goliats y su aparentemente
insuperable su poderío.
(1) FOOD SUPPLIERS ‘DEVASTATED’ BY
SUPERMARKET PRICE WAR, By Mike
Stones+, 22-Apr-2015.
Para
leer el artículo completo (en Inglés) clickear el título.
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SUPERMARKET PRICE WARS: GOLIATHS VS. DAVIDS?
Supermarket price war
continues to “devastate” small-scale
food and drink suppliers, as they fight a David and Goliath style battle with
the big retailers. They are a constant subject of discussion in the supplier
caucuses’s meetings in Argentina as much as anywhere else in the world. Is
there a way out of that fight or at least a truce?
Obviously, the
supermarket price war is something that is not exclusive of Argentina and its génesis
is the same all over the globe: sheer negotiating power of those that have the
possibility reaching the most of the market’s demand absorbing the most of the
supply. An interesting article in Industry & Consumer Trends (1) describes the plight
of smaller suppliers in the UK which is, surely, the same in the rest of the
world.
This war is a
consequence of one of the disadvantages that comes along with the benefits of economies
of scale. Because if it is true that economies of scale lead to advantages of
cost reductions that allow price reductions, an excellent proposition for
consumers, it is also true that at the same time the sheer negotiating power of
larger volumes puts smaller producers at a disadvantage.
This problem existed
since prehistoric times when the homo
erectus faced an economy of limitations, whether of territory, food, physical
strength or capabilities, sex or any of the other primary needs of life. The
individual that had what others needed and could not readily get always had the
upper hand.
Handling this problem
could be tried through several alternative methodological restrictions: of moral or ethical ethica
nature on the one hand,or normative on the other hand. While the former depend exclussively on the
principles of the individual, the latter is to be imposed by force, mostly by
governments. And, of course, nobody
likes impositions. On the other hand, voluntary restraints cannot be induced
just by reasoning. These two forces seem irreconciliable and destined to clash.
But is this so? Yes,
the more powerful party can wring benefits out of the weaker part; but until
when? Until the weaker one disappears in which case business for the stronger party
is over. Of course, usually there are more weaker parties competing for the favors
of the stronger ones, which are much fewer. Except when the weaker party has an
exclussive ability, or capability to somehow manage to step on the brakes curbing
the mammouth’s impulse.
This is the drama of
competition. And we have not been able to find a final solution. It has been so
since the age of the dinasaurs. Man has, has always have and will always have to
compete to live. At first it was brandishing
a heavyer club or a sharper spear; now it has become more sophisticated. More
sophisticated but equally deadly.
Therefore, the supermarket
price wars seem destined to continue devastating smaller suppliers. But let’s
not forget the principle of association. Unionized workers won the competition against
large corporations. In the case of smaller producers and suppliers they could
try to win the supermarket price war through associativity, which it would not
be the first time it is tried, and there are good examples of Davids that strengthening
their slingshots, choosing well their pebbles and sharpening their markmanship defeated
Goliaths and their apparently unsurmountable strength.
(1) FOOD SUPPLIERS ‘DEVASTATED’ BY
SUPERMARKET PRICE WAR, By Mike
Stones+, 22-Apr-2015.
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