AUTISMO: UNA TRAGEDIA TRANSGENERACIONAL?
DERROTAR EL AUTISMO: LA CRUZADA DE UNA MAMÁ QUE PODRÍA AYUDAR A CLARIFICAR EL MISTERIO CIENTÍFICO. (de un artículo por Jane Kay, Environmental Health News, Jul. 16, 2013) ENGLISH VERSION BELOW
Image:
www.mychildwithoutlimits.org, Wikipedia.org
La
persistente búsqueda de Jill Escher para descubrir porqué dos de sus hijos son
autistas llamó la atención de los científicos y podría, en última instancia,
conducir a una mejor comprensión de cómo ciertas drogas de prescripción
habitual – y quizás otros productos químicos en el ambiente – pueden secreta y
sutilmente dañar la salud de futuras
generaciones. Aparecen nuevos estudios en forma regular sugiriendo causas
del autismo, pero no ofrecen respuestas definitivas.
Los científicos saben que ciertos productos
químicos pueden alterar el desarrollo de embriones y fetos que es posible que
provoquen enfermedades más tarde en la vida. Pero en años recientes se supo que
el daño no se limita necesariamente al aquí y ahora. Algo a lo que la mujer
embarazada puede verse expuesta puede afectar no solo a sus hijos sino también
a sus nietos – y posiblemente a las
generaciones subsiguientes.
El potencial de los fármacos de provocar esas
modificaciones se hizo evidente con un estrógeno sintético (synthetic estrogen)
que dañó por lo menos dos generaciones
(two generations)
de descendientes de mujeres que lo tomaron. El DES, o dietilstilbestrol fue prescripto a hasta 10
millones de mujeres embarazadas en los EEUU y en el Reino Unido de 1938 a 1971
en un esfuerzo por evitar abortos y nacimientos prematuros, algo muy complejo
en casos de embarazos complicados y en la fertilización in vitro. Las hijas DES expuestas en el vientre se encuentran en un
riesgo mayor de contraer una rara forma de cáncer de vagina y cérvix y otros
desórdenes reproductivos, mientras que los hijos varones se vieron afectados
con un mayor riesgo de problemas reproductivos.
En el 2000
y el 2002, uno de cada
150 niños Norteamericanos (one in every 150) fue diagnosticado con
desórdenes del espectro autista que
afectan el desarrollo normal de las habilidades sociales y comunicacionales en el
cerebro. Pero esa proporción trepó a uno en 88 en el 2008 (one in 88 in 2008) según
el CDC (los Centros para el Control del Desarrollo de Enfermedades de los EEUU).
Michael
Skinner, un profesor de la Escuela de Biociencias Moleculares de la Washington
State University marcó el cambio de criterio que originó olas de desacuerdos
entre geneticistas. Por más de un siglo los científicos creyeron que solo los
cambios en la secuencia del DNA podían transferirse a generaciones
subsiguientes. Ahora están considerando un cambio en esta forma de pensar, es
decir la forma en la que se expresan o se activan o desactivan los genes normales
también puede transferirse. Una exposición anormal de una mujer embarazada a un
tóxico o el fumar, por ejemplo, podría modificar los cambios genéticos que
controlan el desarrollo del feto. Estas alteraciones pueden entonces pasarse a múltiples generaciones, lo que es
conocido con el nombre de “herencia epigenética” (epigenetic inheritance.)
Los científicos creen que las moléculas llamadas “epigenoma” modifican al genoma instructor que es el que establece qué hacer, dónde hacerlo, y cuando hacerlo. Los factores ambientales pueden interactuar más fácilmente con los epigenomas y estos cambios pueden ser pasados de célula a célula cuando se subdividen. Skinner llama “transgeneracional” (transgenerational) a estos cambios cuando afectan al menos a tres generaciones de descendientes.
“En esencia, aquello a lo que su abuela ha estado expuesta durante su embarazo puede causarles una enfermedad a usted y a sus nietos. Por lo tanto, el daño potencial de tóxicos ambientales se ve dramáticamente incrementado, en particular para mujeres en la mitad de la gestación, es decir de 6 a 8 semanas”, dijo Skinner en un simposio de epigenética y autismo ( symposium on epigenetics and autism) en el campus de Davis de la Universidad de California, parcialmente esponsoreado por un aporte del Escher Fund for Autism.
En animales de laboratorio Skinner y otros científicos relacionaron a una docena de sustancias químicas – incluyendo el BPA (bisphenol A) un ingrediente en plásticos de policarbonato, los ftalatos (phthalates) usados como plastificantes , el repelente de insectos DEET (N,N-Diethyl-meta-toluamide) y un fungicida - vinclozolin (fungicide) – como causantes de cambios epigenéticos transgeneracionales que conducen a tumores, enfermedades prostáticas, problemas reproductivos y otros en por lo menos tres generaciones de descendientes.
Sin embargo, los estudios sobre posibles relaciones entre el autismo y los efectos multigeneracionales de exposiciones ambientales se encuentran todavía en sus etapas iniciales, y su interrelación aún sigue siendo motivo de debate entre los científicos. Se cree que los antidepresivos pueden bloquear las serotoninas que son esenciales en el desarrollo del cerebro al ser absorbidos por las neuronas, las células básicas del cerebro. Y el autismo está caracterizado por cambios en el sistema de serotoninas.
“Me preocupa que las voces que alertan sobre el problema no están siendo escuchadas, y que las evidencias de daño están siendo acalladas”, dijo el Dr. Adam Urato, de la Tufts University. “Estudios sobre animales y humanos (Studies in animals) sugieren que la exposición del feto a los SSRIs (selective serotonin reuptake inhibitors) pueden estar ligados a desórdenes neurológicos y de desarrollo, incluyendo el aumento del riesgo de desórdenes del síndrome de autismo”.
Dos meses atrás, Escher peticionó al FDA (petitioned the FDA) la revocación de la autorización de la primera droga represora de náuseas para mujeres embarazadas,el Diclegis, hasta que sean testeados sus efectos sobre el desarrollo de las células gérmen en el feto. El National Institute of Mental Health (Instituto Nacional de Salud Mental) está financiando algunos estudios sobre fármacos, incluyendo una investigación sobre si los antidepresivos están causando camabios epigenéticos. También parcialmente financiado por el Fondo Escher se está desarrollando un ambicioso estudio sobre 8.000 personas en Dinamarca que buscará conexiones entre los fármacos a los que fueron expuestas cuando en el vientre y los desórdenes neurológicos de sus descendientes.
Escher dice: "Nosotros hemos sufrido inadvertidamente esta alteración masiva en plena evolución. Hay que detenerla. Tenemos que ser mucho mejores guardianes de nuestro legado genético”.
Comentario por el Editor del Blog: La emotiva descripción de Jill Escher sobre las angustiantes consecuencias diarias de sus dos hijos autistas y la relación entre los aspectos farmacológicos y ambientales del autismo hace que la lectura de las dos partes de este largo artículo sea muy recomendable.
http://www.environmentalhealthnews.org/ehs/news/2013/autism-epigenetics and http://www.environmentalhealthnews.org/ehs/news/2013/http-www.environmentalhealthnews.org-ehs-news-2013-autism-epigenetics-2
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ONSLAUGHT OF AUTISM:
A MOM'S CRUSADE COULD HELP UNRAVEL SCIENTIFIC MYSTERY (from
an article by Jane Kay, Environmental
Health News, July 16, 2013)
Image:
www.mychildwithoutlimits.org, Wikipedia.org
Jill Escher’s dogged quest to unravel why
two of her children are autistic has drawn the attention of scientists, and may
ultimately lead to a greater understanding of how prescription drugs – and
perhaps chemicals in the environment – may secretly and subtly harm the health
of generations to come. New
studies appear with regularity suggesting causes of autism but offering no definitive
answers.
Scientists know that
some chemicals can alter developing embryos and fetuses, which can lead to
disease later in life. But in recent years, they've learned that the damage
doesn't necessarily stop there. Something a pregnant woman is exposed to may
alter not just her children, but also her grandchildren – and possibly even
subsequent generations.
This is how the
"germ line" hypothesis works: Cells in what is called a “germ line”
form eggs in the female fetus and precursors to sperm in the male fetus. The
germ line establishes an unbroken link from generation to generation. But when
a pregnant woman is exposed to chemicals, the germ line may be altered. That
would mean that eggs developing in the fetus – the future third generation – could
be changed, leading to abnormalities or disease. Also, the disrupted
programming in how genes are turned on and off – the very genes that instruct
cell growth and function – may be passed on to more descendants.
The power of pharmaceuticals to do just that
came to light with a synthetic estrogen
that harmed at least two generations
of offspring of women who took it. DES, or diethylstilbestrol, was prescribed
to up to 10 million pregnant women in the United States and the United Kingdom
from 1938 to 1971 in an effort to prevent miscarriage and premature birth,
something very important in complicated pregnancies and in in vitro
fertilization. DES daughters, exposed in the womb, are at an increased risk for
a rare form of cancer of the vagina and cervix and other reproductive
disorders, and the sons have increased risk for some reproductive problems.
In 2000 and 2002, one in every 150 U.S.
children was diagnosed with autism spectrum disorders, which affect the brain’s
normal development of social and communication skills. But the rate climbed to one in 88 in 2008,
according to the CDC.
Michael Skinner, a professor in the School of Molecular Biosciences at Washington State University laid out the shift in thinking that is setting off waves of disagreement among geneticists. For more than a century, scientists believed that only alterations in the DNA sequence could be passed on to subsequent generations. Now they are considering a change in that thinking: The way in which normal genes are expressed, or turned on and off, may be passed on, too. An abnormal exposure to a pregnant woman – a toxicant or smoking, for instance – might change the genetic switching that controls the development of a fetus. These alterations then may be passed on to multiple generations. This is called epigenetic inheritance.
Scientists believe that molecules called the “epigenome” modify a person's instruction-giving genome in a way that tells it what to do, where to do it and when to do it. Environmental factors can more easily interact with the epigenome than the genome, and these changes can be passed on from cell to cell as cells divide. If at least three generations of offspring are affected, Skinner calls it "transgenerational."
“In essence, what your grandmother was exposed to when she was pregnant may cause disease in you and your grandchildren. Therefore, the potential hazard of environmental toxicants is dramatically increased, in particular for pregnant women in mid-gestation, six to 18 weeks”, Skinner said at a symposium on epigenetics and autism at UC Davis in March, partly supported by a grant from the Escher Fund for Autism.
In lab animals, Skinner and other scientists have linked a dozen chemicals – including bisphenol A, which is an ingredient of polhycarbonate plastics, phthalates used as plasticizers, the insect repellant DEET (N,N-Diethyl-meta-toluamide) and a fungicide (vinclozolin) – to transgenerational epigenetic changes that have led to tumors, prostate disease, reproductive problems and other problems in at least three generations of offspring.
However, study of possible links between autism and multigenerational effects of environmental exposures is in the early stages, and the links remain a topic of debate among scientists. Antidepressants are believed to block serotonin, which is essential for brain growth, from being taken up by neurons, the basic cells of the brain. Autism is characterized by changes in the serotonin system.
“I'm concerned that the warning voices aren't being heard, and the evidence of harm is being drowned out.” –Dr. Adam Urato, Tufts University. Studies in animals and humans suggest that fetal exposure to SSRIs (selective serotonin reuptake inhibitors) may be linked to neurological and developmental disorders, including an increased risk for autism syndrome disorders
Two months ago, Escher petitioned the FDA seeking revocation of the first anti-nausea drug approved for pregnant women, Diclegis, until it is tested for effects on the fetus's developing germ cells. The National Institute of Mental Health is financing some studies on pharmaceuticals, including an investigation of whether antidepressants are causing epigenetic changes. Also, an ambitious, first-of-its kind study of 8,000 people in Denmark, partially paid for by Escher’s fund, will look for connections between any pharmaceuticals they were exposed to in the womb and neurological disorders in their children.
Escher says: "We have unwittingly experienced this mass disruption in evolution. It has to stop. We have to be much better caretakers of our genetic legacy.”
Comment by the Blog’s Editor: The emotionally unsettling description of Escher’s two autist children’s plight and the relationship betwen pharmacological and environmental aspects and autism makes this long article reading very much worth while:
http://www.environmentalhealthnews.org/ehs/news/2013/autism-epigenetics and http://www.environmentalhealthnews.org/ehs/news/2013/http-www.environmentalhealthnews.org-ehs-news-2013-autism-epigenetics-2
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