BRASIL, PUEBLOS LOCALES Y CONSERVACIÓN EFICIENTE
Munidos de elementos de defensa por de más elementales, 13 comunidades en las márgenes del rio Juruá en el Oeste del Brasil se defienden contra la invasión de cazadores furtivos y madereros ilegales, protegiendo 3.400 km cuadrados de rio y bosque.
El recurso más codiciado de ese río es el gigantesco pez pirarucú o arapaima, el pez de agua
dulce escamado más grande del mundo. Su carne sabrosa lo hace un alimento
natural para los habitantes de las 13 villas a lo largo del rio y centro de la
atracción de pescadores ilegales. Los pobladores de la región se dedican a
vigilar que no entren ilegales en la zona de los lagos de agua dulce residuo de
las grandes inundaciones donde se reproduce el pez. Y, además, vigilan la zona
aluvional aledaña y los bosques para
evitar también todo otro tipo de caza ilegal, la invasión de madereros,
buscadores de oro y la propia ganadería. La zona está legalmente protegida por
el gobierno desde la década del ’90 y los habitantes vigilantes ejercen su acción
en forma mayormente gratuita. Dice el artículo que comentamos que la mayor población de peces produce un
aumento anual de los ingresos de los pobladores de alrededor de 1000 dólares
por hogar en las aldeas locales.
El resultado,
se dice, es que la protección de la naturaleza local le cuesta al gobierno US$ 0,95
por hectárea protegida contra un costo de US$ 5,30 por hectárea al año si se
contrataran dos personas para efectuar ese trabajo de protección. Si se pagaran
agentes federales para el mismo trabajo costaría US$ 19,29 por hectárea año.
Menciona
textualmente el artículo: “Reconocer el
papel vital que desempeñan las personas locales en la protección de la selva
amazónica y apoyar a las comunidades locales es esencial para la conservación a
largo plazo y una cuestión crucial de justicia social”, dice Ana Carla Rodrigues
de la Universidade Federal de Alagoas de Brasil
Comentarios
Publicar un comentario