LOS ALIMENTOS ORGÁNICOS NO SON MÁS SALUDABLES?


LA UNIVERSIDAD DE STANFORD (EEUU) Y LOS ALIMENTOS ORGÁNICOS
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De entre las docenas de artículos de todo el mundo criticando el estudio de la Universidad de Stanford, encontramos el que comentamos a continuación, uno de los más equilibrados. Recomendamos su lectura completa en el link de abajo.

HAGAMOS LAS PREGUNTAS CORRECTAS SOBRE LOS ORGÁNICOS Y LA SALUD. (del artículo por Karen Levy en el Blog de Huff Post, fecha de publicación Sep. 26, 2012)
Como una científica en salud ambiental, y como madre de un pequeño y otro en camino, yo seguí cercanamente el revuelo mediático sobre los beneficios de los alimentos orgánicos para la salud en comparación con los convencionales, siguiendo la reciente publicación del estudio de los científicos de la Universidad de Stanford.  
El estudio concluye que no hay evidencias certeras que sugieran que los alimentos orgánicos sean más sanos que los convencionales, y por lo tanto no valdrían el costo extra. Este provocativo resultado originó un coro de críticas de los orgánicos quienes con justicia cuestionaron muchos aspectos del estudio.
Mirándolo más atentamente, el estudio de Stanford en realidad no hace demasiado por criticar a los orgánicos. Las conclusiones de los autores de la no existencia de diferencias respecto de la salud de los que comen orgánico o convencional virtualmente no tiene significación porque su estudio estuvo basado en un pequeño número de estudios, por lo que era imposible detectar diferencias. Y los resultados de la investigación en realidad puntualizan los importantes beneficios en la salud de los alimentos orgánicos, tales como los reducidos niveles de bacterias resistentes a los antibióticos en carnes, y los menores residuos pesticidas en los vegetales. Todo esto es ciertamente bueno para los individuos y las familias que esperan cosechar algunos beneficios del dinero extra que pagan por los alimentos orgánicos.
Pero el énfasis en salud personal eclipsa preguntas mucho más importantes que deberíamos estar haciéndonos acerca de los impactos en la salud de las poblaciones en general asociadas con la producción de alimentos orgánicos.
El término orgánico se refiere a un estándar de producción. No es un estándar para el producto final que compramos en el almacén. Los estándares de producción orgánica aseguran un modo más seguro y más saludable de cultivar alimentos sin el uso de pesticidas. Además, los estándares prohíben el uso de organismos genéticamente modificados y promueven un trabajo racional de la tierra y otros métodos de producción más saludables. La producción orgánica de carne no permite el uso de hormonas ni antibióticos, y requiere que los animales tengan acceso al abierto.
El cómo nuestras frutas son producidas y nuestras carnes criadas es importante porque cuando se usan agroquímicos peligrosos en agricultura terminan no solo en nuestros alimentos sino también en el aire, el agua y el suelo. Por lo tanto, aquellos que no comen otra cosa que alimentos orgánicos siguen encontrándose sujetos a los pesticidas usados en la producción convencional de alimentos.
Algunos cuestionan que es elitista el tomar la decisión de gastar dinero duramente ganado comprando alimentos orgánicos. Pero podemos considerar elitista usar ese dinero para nuestras compras no solo para cuidarnos nosotros sino para reducir el costo humano de la gente que produce nuestros alimentos?
Si realmente queremos hablar de los beneficios de salud de los productos orgánicos deberíamos considerar no solo a los que consumen sino también a los más de 2 millones de personas que plantan y cosechan los alimentos de nuestra nación, y los de quellos que viven en las granjas convencionales. Estas poblaciones se encuentran expuestas todos los días a dosis más altas que las recomendadas de pesticidas peligrosos. También se ha probado que ellos exhiben mayores tasas de diferentes tipos de cáncer, defectos de nacimiento, enfermedades respiratorias y disminución de la capacidad de aprendizaje.
Hay amplia evidencia del daño de los pesticidas a los humanos. La expsición a los casi 1.400 pesticidas registrados por la EPA (Agencia de Protección Ambiental de los EEUU) se ha visto relacionada con por lo menos 13 tipos de cáncer. La exposición a los pesticidas también está asociada con el ADHD (Síndrome de Deficiencia de Atención), menores índices de inteligencia (lower IQ), déficits en neurodesarrollo (neurodevelopmental deficits) y  cambios en la estructura cerebral (changes in brain structure). Los organofosforados, uno de los pesticidas más comúnmente usados son, por diseño, tóxicos a los sistemas nerviosos a fin de matar a las pestes. Pero, lamentablemente, ese diseño también daña a nuestros propios cuerpos.
Como una científica de la salud, y como ciudadana tengo que llegar a la conclusión de que para la salud de nuestras familias, la del ambiente y la de la gente que trabaja para poner los alimentos en nuestra mesa, debemos seguir adhiriéndonos a los orgánicos.
Karen Levy es profesora asistente de Salud Ambiental de la Escuela Rollins de Salud Pública de la Universidad de Emory, y es una “Voice Fellow” del proyecto The Op-Ed Project.
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LET'S ASK THE RIGHT QUESTIONS ABOUT ORGANICS AND HEALTH (from an article by Karen Levy in the Huff Post Blog, publication date: 26, 2012)

De entre las docenas de artículos de todo el mundo criticando al estudio de la Universidad de Stanford, encontramos al que comentamos a continuación uno de los más equilibrados. Recomendamos su lectura completa en el link de abajo.
HAGAMOS LAS PREGUNTAS CORRECTA SOBRE LOS ORGÁNICOS Y LA SALUD. (del artículo por Karen Levy en el Blog de Huff Post, fecha de publicación Sep. 26, 2012) As an environmental health scientist, and as a mother of a toddler with another baby on the way, I closely followed the recent media flurry on the health benefits of organic versus conventional foods following the release of a study by Stanford University scientists earlier this month.
The study concluded that there is no strong evidence to suggest that organic foods are healthier than conventional foods, so they may not be worth the extra cost. This provocative result brought about a chorus of criticism from supporters of organics, who rightly pointed out many issues with the study.
Looked at more closely, the Stanford study actually does not do much to damn organics. The authors’ conclusions of no difference in health outcomes between people eating organic versus conventional foods are virtually meaningless because their study was based on a small number of studies, so did not have the power to detect a difference. And the results of the research actually point to important potential health benefits of organic foods, such as reduced levels of antibiotic-resistant bacteria in meat, and fewer pesticide residues on produce. All of this is certainly good for individuals and families who hope to reap some benefit from spending the extra money on organic foods.
But the emphasis on personal health has eclipsed the much larger questions we should really be asking about the health impacts to the population at large associated with producing organic foods.
The term “organic” refers to a production standard. It is not a standard for the final product we buy at the grocery store. Organic production standards ensure safer and healthier ways to grow food, without the use of pesticides. In addition, the standards prohibit the use of genetically engineered organisms and promote healthy tillage and other land management practices. Organically produced meat does not allow for the use of hormones or antibiotics, and requires that animals have access to the outdoors.
How our fruit and vegetables are grown and how our meat is raised is important because when used in agriculture harmful chemicals end up not only on our food but also in our air, water, and soil. So even those who eat nothing but organic food are still subject to the pesticides used in conventional food production.
Some people argue that it’s elitist to make the decision to spend hard-earned dollars on organic food. But is it elitist to use those shopping dollars not only to care for ourselves but to reduce human costs to the people who feed us?
If we really want to talk about the health benefits of organics, we should consider not only those who consume them but the more than 2 million people who plant and harvest our nation’s produce, and those living near conventional farms. These populations are exposed to higher-than-recommended doses of harmful pesticides on a daily basis. They also have been shown to have elevated rates of several different types of cancer, birth defects, respiratory ailments and learning disabilities.
There is ample evidence for harm to humans from pesticides. Exposure to the nearly 1,400 pesticides registered by the Environmental Protection Agency has been linked to at least 13 different types of cancers. Pesticide exposure is also associated with ADHD, lower IQ, neurodevelopmental deficits and changes in brain structure. Organophosphates, some of the most commonly used pesticides, are by design toxic to nervous systems, in order to kill pests. But that design unfortunately also harms our own bodies.
As a public health scientist and as a public citizen, and I have come to the conclusion that for the health of our families, the health of the environment, and the health of the people who work to put food on our dinner tables, we should stick with organic.
Karen Levy is an assistant professor of Environmental Health at Emory University’s Rollins School of Public Health and is Public Voice Fellow at The Op-Ed Project.
Full article: http://www.huffingtonpost.com/karen-levy/organic-health-benefits_b_1915681.html

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