COP27: PRÓXIMA CUMBRE CLIMÁTICA
Al acercarse la cumbre climática de 2022, la COP27, vez más el Jefe de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, advierte a las naciones ricas del mundo que es imprescindible encarar seriamente las causas de la delicada situación climática global evitando postergar otra vez las medidas necesarias para remediarla.
El mundo desarrollado esgrime sus justificaciones para evitar tomar esas medidas necesarias y urgentes. Hoy es, entre otras, la escasez de combustibles, agravada por la crisis bélica europea, que limita una expansión de la economía occidental. En estas circunstancias se postergan cada vez más las limitaciones a inversiones en energías tradicionales como el petróleo y el carbón, grandes productores de emisiones de gases invernadero, que mantienen al mundo arropado en una frazada, acelerando el calentamiento global en lugar de limitarlo.
Las Naciones Unidas estiman que si no se cumplen seriamente los compromisos de reducción de emisiones declamados en la COP26, la temperatura global para el fin del siglo aumentaría entre 2,4 y 2,6 ºC sobre los niveles preindustriales, muy lejos de la meta de 1,5ºC del Acuerdo de Paris, meta más soñada que razonablemente aspirada en las condiciones actuales.
Obviamente, todos desearíamos no tener que poner un freno al crecimiento de la economía en su camino hacia una mayor poducción de bienes cada vez más baratos. La economía de escala así lo postula. El aumento de la producción disminuye los costos y los precios de los bienes producidos, y los pone al alcance de un mayor número de consumidores. Esto, en los países productores, ricos y desarrollados. Pero no en todo el mundo. No en la mayor parte de África y en gran parte de Asia, y el Sur Global, que sufren muchos de los efectos del aumento de temperatura global que ellos no producen, efectos que amenazan, entre otras graves consecuencias, con sumergir a muchos países costeros menores bajo el aumento de los niveles oceánicos.
Entonces estamos canjeando sobreabundancia de algunos por la extinción de otros. Esto suena a populismo barato, pero, a alguien se le ocurre una forma mejor pero realista en que se lo pueda presentar?
Y una nueva pregunta: qué se puede hacer con ese atosigamiento de bienes mal distribuídos? donarlos? quemarlos? destruirlos en una guerra – que ha sido hasta ahora la solución preferida de nuestro mundo? O quizás sincerando los costos de producción, empezando a incluir en las hojas de balances el pago de externalidades como el aire, el agua, la tierra, el paisaje, la salud mental sometida a condiciones de vida poco satisfactorias por la misma existencia de producciones desmesuradas.
Todos buscamos en la vida los mayores beneficios al menor costo posible, y esto no es ni criticable ni plausible. Es la realidad de la existencia. Pero hay un límite ético dentro del cual se están orientando nuevas iniciativas económicas que toman al hombre no simplemente como un insumo, sino que son una parte intrínseca de la producción y la economía, cuya existencia no puede limitarse a la simple obtención de beneficios numéricos.
Fuente: “Swap climate shortsightedness for long-term vision at COP27” Fiona Broom, (https://www.scidev.net/global/editorials) Nov. 03, 2022.
El mundo desarrollado esgrime sus justificaciones para evitar tomar esas medidas necesarias y urgentes. Hoy es, entre otras, la escasez de combustibles, agravada por la crisis bélica europea, que limita una expansión de la economía occidental. En estas circunstancias se postergan cada vez más las limitaciones a inversiones en energías tradicionales como el petróleo y el carbón, grandes productores de emisiones de gases invernadero, que mantienen al mundo arropado en una frazada, acelerando el calentamiento global en lugar de limitarlo.
Las Naciones Unidas estiman que si no se cumplen seriamente los compromisos de reducción de emisiones declamados en la COP26, la temperatura global para el fin del siglo aumentaría entre 2,4 y 2,6 ºC sobre los niveles preindustriales, muy lejos de la meta de 1,5ºC del Acuerdo de Paris, meta más soñada que razonablemente aspirada en las condiciones actuales.
Obviamente, todos desearíamos no tener que poner un freno al crecimiento de la economía en su camino hacia una mayor poducción de bienes cada vez más baratos. La economía de escala así lo postula. El aumento de la producción disminuye los costos y los precios de los bienes producidos, y los pone al alcance de un mayor número de consumidores. Esto, en los países productores, ricos y desarrollados. Pero no en todo el mundo. No en la mayor parte de África y en gran parte de Asia, y el Sur Global, que sufren muchos de los efectos del aumento de temperatura global que ellos no producen, efectos que amenazan, entre otras graves consecuencias, con sumergir a muchos países costeros menores bajo el aumento de los niveles oceánicos.
Entonces estamos canjeando sobreabundancia de algunos por la extinción de otros. Esto suena a populismo barato, pero, a alguien se le ocurre una forma mejor pero realista en que se lo pueda presentar?
Y una nueva pregunta: qué se puede hacer con ese atosigamiento de bienes mal distribuídos? donarlos? quemarlos? destruirlos en una guerra – que ha sido hasta ahora la solución preferida de nuestro mundo? O quizás sincerando los costos de producción, empezando a incluir en las hojas de balances el pago de externalidades como el aire, el agua, la tierra, el paisaje, la salud mental sometida a condiciones de vida poco satisfactorias por la misma existencia de producciones desmesuradas.
Todos buscamos en la vida los mayores beneficios al menor costo posible, y esto no es ni criticable ni plausible. Es la realidad de la existencia. Pero hay un límite ético dentro del cual se están orientando nuevas iniciativas económicas que toman al hombre no simplemente como un insumo, sino que son una parte intrínseca de la producción y la economía, cuya existencia no puede limitarse a la simple obtención de beneficios numéricos.
Fuente: “Swap climate shortsightedness for long-term vision at COP27” Fiona Broom, (https://www.scidev.net/global/editorials) Nov. 03, 2022.
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