ENERGÍA Y ADÓNDE VAN LOS $$$
POLÍTICA ENERGÉTICA: SIGAMOS LA PISTA DEL DINERO (extracto de un artículo por Chris Nelder, fecha de publ. Ago.8, 2012,
publicado en SmartPlanet [newsletters@smartplanet.online.com]; Aug. 10, 2012)
ENGLISH VERSION BELOW
El Congreso (de los EEUU) está totalmente dominado por
abogados, no por científicos, y la política energética se arma en función de
quiénes forran sus bolsillos, y no en función de conceptos científicos sobre la
realidad energética.
Inicié mi
investigación tomando datos de la base de datos de la OpenSecrets.org, un website
independiente, bipartidario y libre producido por el Center for Responsive
Politics (Centro para Políticas Responsables), organismo que le sigue los pasos
al dinero que influencia la política de los EEUU.
En
realidad, los resultados no fueron sorprendentes.
La industria del petróleo y gas domina la categroría Energía y Recursos
Naturales, que gastó US$ 149 millones en lobbying en el 2011. Por otra parte, todo
el complejo grupo de renovables cae en la categoría de “Energía Miscelánea”. Sobre esta base, el sector del petróleo y gas
sobrepasa tres a uno lo gastado por esta última. Pero aún esto deja mucho fuera
de la ecuación, dado que el sector de los servicios públicos es en unas dos
terceras partes alimentado con carbón y gas natural. La industria del petróleo
y el gas, más la industria carbonífera supera a la Energía Miscelánea en más de
cinco a uno.
La
industria del petróleo y la industria del gas, más la del carbón gastaron en el
2011 US$ 168 millones en lobbying, o sea unas tres veces más que la industria
de la Energía Miscelánea. El American
Petroleum Institute (API), principal grupo de lobbying del petróleo y del gas,
gastó dos veces y media más que la Asociación de la Energía Eólica de los EEUU
(AWEA) y la Asociación de la Industria de la Energía Solar (SEIA) juntas.
Pero ni
siquiera esto cuenta la historia total.
La mayor sub-industria dentro de la categoría de la Energía Miscelánea
está orientada hacia el uso del etanol, biodiesel y biocombustibles que
finalmente apunta a mantener los actuales autos y camiones alimentados a
combustibles líquidos. Cuando hice una lista las 23 mayores agencias clientes por
industria – las que dentro de la categoría de Energías Misceláneas que gastaron
más de US$ 500.000 en lobbying en el 2011 - encontré que las entidades de energía eólica, solar,
y geotérmicas solo contribuyeron un 10% del total de la categoría, que invirtió
en conjunto US$ 6 millones, mientras que las del petróleo, gas y servicios
gastaron US$ 313 millones, es decir, más de 50 veces más.
No es
difícil, entonces, comprender porqué las renovables están haciendo un progreso
tan lento comparadas con el de los intereses creados de la industria
energética. De hecho, es más bien asombroso que estén haciendo algún progreso.
La
transición en el transporte enfrenta una batalla similar, si bien menos
sesgada. Los lobbies de los automóviles, aerolíneas y transporte por camión
sobrepasan el doble de lo invertido por el tren.
Y nos
estamos refiriendo solo a los dineros gastados directamente en lobbies al
Congreso informados públicamente. Más aún es gastado en desinformación, difamación
y mentiras a través ‘think tanks’, grupos promotores disfrazados y otras
agencias.
La industria de los combustibles fósiles gastó otros varios millones para
atacar y acosar a los científicos del clima. Un excelente artículo en el número
de Junio de Popular
Science (The Battle Over Climate Science) detalla las sucias manganetas que ellos patrocinaron: amenazas de
muerte, correo basura, acoso por medio de juicios espúrios y costosas demandas,
correo amenazante, ataques políticos.
Una larga lista de documentos internos de compañías como ExxonMobil y
varias empresas del carbón recientemente revelada, muestra que estas industrias
saben que el cambio climático es real y que está directamente relacionado con el
quemar combustibles fósiles, y que ellas han estado por décadas involucradas en
una campaña para confundir al público respecto de los hechos reales.
La cuenta final del dinero gastado en la gerra del dinero está todavía
por verse, pero el complejo del combustible fósil, los servicios, el automóvil,
los camiones, la construcción de caminos y la industria de las aerolíneas
probablemente sea mayor de100:1 de lo que invierten las industrias sustentables.
Artículo completo: http://www.smartplanet.com/blog/energy-futurist/energy-policy-follow-the-
money/547?tag=search-river
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ENERGY
POLICY: FOLLOW THE MONEY (by Chris
Nelder, publ.date
Aug. 8, 2012, published in SmartPlanet
[newsletters@smartplanet.online.com]; Aug. 10, 2012)
Congress (US) is overwhelmingly dominated by lawyers, not
scientists, and we form our energy policy around who lines their pockets, not
around a scientific or rational grasp of our energy reality.
I began my inquiry into this
subject by plundering the OpenSecrets.org database, an independent, nonpartisan and free website produced
by the Center for Responsive Politics, which tracks the influence of money on
U.S. politics.
The results were not
surprising.
The oil and
gas industry utterly dominates the Energy and Natural Resources category,
spending $149 million on lobbying in 2011. The entire complex of renewables
falls under the “Misc Energy” category. On this basis, the oil and gas sector
outspends Misc Energy by about three to one. But that leaves a lot out of the
equation, because the utility sector is over two-thirds powered by coal and
natural gas, and coal lobbying is partly represented by the Mining category.
The oil and gas industry plus the utility sector outspends Misc Energy by more
than five to one.
The oil and gas industry plus
the coal mining industry spent $168 million on lobbying in 2011, or about three
times that of Misc Energy. The American Petroleum Institute (API), the oil and
gas industry’s main lobbying group, spent more than two-and-a-half times what
the American Wind Energy Association (AWEA) and the Solar Energy Industries
Association (SEIA) did, combined.
But even that doesn’t really
tell the whole story.
The largest
sub-industry within the Misc Energy category is oriented to ethanol, algae and
biodiesel biofuels, which ultimately aims to maintain our existing regime of
liquid-fuel burning cars and trucks. Lobbying over water is another large
component of the category, as is lobbying on behalf of natural gas vehicles.
When I classified the top 23 client agencies — those within the Misc Energy
category who spent more than $500,000 on lobbying in 2011 — by industry, I
found that wind, solar, and geothermal entities only contributed about 10
percent of the category total. The
wind, solar, and geothermal agencies spent $6 million combined. The oil and
gas, coal, and utility lobbies spent $313 million — more than 50 times as much.
It’s not hard to understand why
renewables are making slow progress against the vested interests of the energy
industry. In fact, it’s rather remarkable that they’re making any progress at
all.
Transportation transition faces
a similar, though less lopsided battle. The automotive, airline, and trucking
lobbies together outspend rail by about two to one.
That’s just the money being
spent directly lobbying Congress, and publicly reported. Even more is being
spent on disinformation, slander, and outright lies through a complex web of
think tanks, fake advocacy groups, and other agencies.
The fossil
fuel industry has spent additional millions to vigorously attack and harass the
climate scientists. An excellent feature in the June Popular Science (The Battle Over Climate Science) details the dirty
deeds they have sponsored: Death threats. Hate mail. Harassment via spurious
and expensive lawsuits. Threatening emails. Political attacks.
A long list of
internal documents from companies like ExxonMobil and various coal companies,
recently revealed, show that these industries know that climate change is real
and that burning fossil fuels has everything to do with it, and that they have
been engaged in a decades-long campaign to deliberately confuse the public
about the facts.
A complete
tally of the money war remains to be seen, but the complex of the fossil fuel,
utility, automobile, trucking, road-building, and airline industries probably
outspend the sustainable industries by 100 to one.
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