BIOCHAR: FOTOSÍNTESIS Y ATMÓSFERA



LA FOTOSÍNTESIS EN FORMA DE ‘BIOCHAR’ PUEDE SER UNA DE NUESTRAS MEJORES DEFENSAS CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO (de un artículo por Mark Hertsgaard, Publicado Jul. 18, 2013 en Future Tense, ASU, New America, Slate. Citado por Organic Consumers Association [ronniecummins@organicconsumers.org], Ago. 1, 2013)       ENGLISH VERSION BELOW
 



  Image: wikipedia.org

“El mundo experimentó extremos sin precedentes de alto impacto en el clima durante la década 2001-2010” declara un nuevo informe (declares a new report) de la Organización Meteorológica Mundial de las Naciones Unidas, el que añade que la década fue ”la más cálida desde que se empezó a tomar medidas modernas en 1850”.

Podemos esperar ver pronto más catástrofes ligadas al clima. En Mayo los científicos anunciaron que el dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera había llegado a 400 partes por millón. Mientras tanto la humanidad está aumentando ese nivel a razón de 2 partes por millón por año quemando combustibles fósiles, talando bosques y otras actividades.

Al presente las políticas climáticas se enfocan en esas 2 partes por millón del problema, mientras que ignora la parte de 400 ppm. Así, en su discurso clave sobre clima el 25 de Junio, el Presidente Obama dijo con satisfacción que haber logrado la duplicación de los estándares de eficiencia combustibles para vehículos en su administración fue un gran avance en la lucha por preservar un planeta habitable para nuestros hijos. En Europa, Alemania y Dinamarca están abandonando el carbón en favor de la generación solar y eólica de energía. Pero esas medidas de mitigación solo apuntan a limitar nuevas emisiones de gases invernadero.

Pero esto ya no es más suficiente. Las emisiones anuales de 2 ppm a la que apuntan los esfuerzos de mitigación convencionales no son las que están produciendo la cantidad sin  precedentes de extremos climáticos. El mayor culpable, y por mucho, son esas 400 ppm de CO2 que ya están en la atmósfera. Mientras esas 400 ppm sigan estando allí el planeta seguirá calentándose y desatando más eventos climáticos extremos. Aún si cortáramos a cero las emisiones de la noche a la mañana, la inercia física del sistema climático mantendría creciendo las temperaturas globales por más de 30 años.

Si la humanidad tuviera que evitar un futuro en el cuál las mortíferas olas de calor y las inundaciones y sequías de estos últimos años sean normales tenemos que bajar el nivel existente de CO2 en la atmósfera. Por supuesto que la reducción de emisiones anuales adicionales y la adaptación al cambio climático deben seguir siendo prioridades vitales, pero lo que resulta ahora urgente es la extracción del CO2 de la atmósfera.
Bajo este nuevo paradigma uno de los medios más promisorios de extraer el CO2 de la atmósfera es también uno de los procesos más comunes en la Tierra: la fotosíntesis.

El compost no es sino uno de los materiales que pueden usarse para producir biochar, una sustancia que un pequeño pero creciente número de científicos y empresas privadas creen que es capaz de extraer el CO2 de la atmósfera a escala significativa (extraction of carbon dioxide from the atmosphere). Biochar, que básicamente no es sino un curioso nombre científico del carbon vegetal, es producido cuando el material vegetal – hojas ramas y raíces de árboles, marlos de maíz, cáscara de arroz, cáscaras de maní – y otros materiales orgánicos es calentado en un ambiente anaeróbico (de manera que no se prenda fuego). Igual que el compost todos estos materiales contienen carbón: las plantas lo inhalaron como CO2 en el proceso de fotosíntesis. Por lo tanto, enterrando el biochar en el suelo tiene el efecto de remover el CO2 de la atmósfera y almacenarlo bajo tierra donde no contribuirá al calentamiento global por cientos de años.

Johannes Lehmann, profesor de ciencia agrícola de Cornell, es uno de los mayores expertos del mundo en biochar. Él calculó que si el biochar fuera añadido al 10 por ciento de la superficie cultivada del mundo almacenaría 29.000 millones de toneladas equivalentes de CO2 (29 billion tons of carbon dioxide equivalent)—una cantidad aproximadamente igual a la producción humana de emisiones de gases invernadero.
El uso de la fotosíntesis y la agricultura para extraer carbón no debe confundirse con otros métodos que suenan parecido pero que no son lo mismo, tales como la captura y secuestro de carbón (“carbon capture and sequestration”).

Hay una buena razón para pensar que los humanos pueden ciertamente controlar la fotosíntesis para bajar el nivel creciente de CO2 en la atmósfera. Y si entonces podemos almacenar con seguridad ese carbón extraído en lugares en los que no contribuya al calentamiento global, podríamos reducir significativamente las 400 ppm de CO2 que están hoy calentando el planeta (asumiendo que al mismo tiempo también limitáramos las 2 ppm de emisiones anuales).

Resumiendo, bien podríamos empezar a atrasar el calentamiento global. Y nunca es demasiado temprano para comenzar a hacerlo.

Artículo complete (en Inglés): http://www.slate.com/articles/technology/future_tense/2013/07/biochar_could_help_turn_back_climate_change.single.html

Biochar: Se cree que los pueblos Amazónicos pre-Colombinos (Pre-Columbian Amazonians) han usado biochar para aumentar la productividad del suelo. Lo producían por combustion lenta (smoldering) de desechos agrícolas, (e.g. quemando material agrícola cubierto con suelo en agujeros o trincheras). Los colonizadores Europeos lo llamaban terra preta de Indio (tierra negra del indio).
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PHOTOSYNTHESIS, IN THE FORM OF BIOCHAR, MAY BE ONE OF OUR BEST DEFENSES AGAINST CLIMATE CHANGE (from an article by Mark Hertsgaard, posted, July 18, 2013 in Future Tense, ASU, New America, Slate. cited by Organic Consumers Association [ronniecummins@organicconsumers.org], Aug. 1, 2013)
   Image: wikipedia.org
“The world experienced unprecedented high-impact climate extremes during the 2001-2010 decade,” declares a new report from the United Nations’ World Meteorological Organization, which added that the decade was “the warmest since the start of modern measurements in 1850.”
We can expect to see more climate-related catastrophes soon. In May scientists announced that carbon dioxide had reached 400 parts per million in the atmosphere. Meanwhile, humanity is raising the level by about 2 parts per million a year by burning fossil fuels, cutting down forests, and other activities.
At the moment, climate policy focuses overwhelmingly on the 2 ppm part of the problem while ignoring the 400 ppm part. Thus in his landmark climate speech on June 25, President Obama touted his administration’s doubling of fuel efficiency standards for vehicles as a major advance in the fight to preserve a livable planet for our children. In Europe, Germany and Denmark are leaving coal behind in favor of generating electricity with wind and solar. But such mitigation measures aim only to limit new emissions of greenhouse gases.
That is no longer sufficient. The 2 ppm of annual emissions being targeted by conventional mitigation efforts are not what are causing the “unprecedented” number of extreme climate events. The bigger culprit by far are the 400 ppm of carbon dioxide that are already in the atmosphere. As long as those 400 ppm remain in place, the planet will keep warming and unleashing more extreme climate events. Even if we slashed annual emissions to zero overnight, the physical inertia of the climate system would keep global temperatures rising for 30 more years.
If humanity is to avoid a future in which the deadly heat waves, floods, and droughts of recent years become normal, we must lower the existing level of carbon dioxide in the atmosphere. To be sure, reducing additional annual emissions and adapting to climate change must remain vital priorities, but the extraction of carbon dioxide from the atmosphere has now become an urgent necessity.
Under this new paradigm, one of the most promising means of extracting atmospheric carbon dioxide is also one of the most common processes on Earth: photosynthesis.
Compost is but one of the materials that can be used to produce biochar, a substance that a small but growing number of scientists and private companies believe could enable extraction of carbon dioxide from the atmosphere at a meaningful scale. Biochar, which is basically a fancy scientific name for charcoal, is produced when plant matter—tree leaves, branches and roots, cornstalks, rice husks, peanut shells—or other organic material is heated in a low-oxygen environment (so it doesn’t catch fire). Like compost, all of these materials contain carbon: The plants inhaled it, as carbon dioxide, in the process of photosynthesis. Inserting biochar in soil therefore has the effect of removing carbon dioxide from the atmosphere and storing it underground, where it will not contribute to global warming for hundreds of years.
Johannes Lehmann, a professor of agricultural science at Cornell, is one of the world’s foremost experts on biochar. He has calculated that if biochar were added to 10 percent of global cropland, it would store 29 billion tons of carbon dioxide equivalent—an amount roughly equal to humanity’s annual greenhouse gas emissions.
Using photosynthesis and agriculture to extract carbon should not be confused with other methods that sound similar, such as “carbon capture and sequestration.”
But there is good reason to think that humans can indeed harness photosynthesis to draw down the rising level of CO2 in the atmosphere. If we can then safely store that extracted carbon in places where it will not contribute to global warming, we could significantly reduce the 400 ppm of CO2 that are currently overheating our planet (assuming that we limit the 2 ppm of annual emissions as well). In short, we might begin to turn back the clock on global warming. And not a moment too soon.
Full article: http://www.slate.com/articles/technology/future_tense/2013/07/biochar_could_help_turn_back_climate_change.single.html
Biochar: Pre-Columbian Amazonians are believed to have used biochar to enhance soil productivity. They produced it by smoldering agricultural waste (i.e., covering burning biomass with soil)[4] in pits or trenches.[5] European settlers called it terra preta de Indio.

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