RESISTENCIA A LOS ANTIBIÓTICOS



ESTRATECIAS PARA REDUCIR LA EXPANSIÓN DE LA RESISTENCIA A LOS ANTIBIÓTICOS (de un artículo por Carol Potera  en Environ Health Perspect;  http://dx.doi.org/10.1289/ehp.121-A255, citado  por EHN Children's Health [childrens_health@newsletters.environmentalhealthnews.org], Ago. 1, 2013)
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Un creciente número de artículos científicos describe cómo los patógenos humanos en el ambiente adquieren genes de resistencia a los antibióticos (antibiotic resistance genes - ARGs), Un proceso potencialmente incrementado por la opción por el uso exagerado de antibióticos. El agua y el suelo contaminados pueden mantener y diseminar las bacterias resistentes a los antibióticos (antibiotic-resistant bacteria - ARB) y ARGs. En una revisión de este tema por Environmental Health Perspective (EHP) examina las estrategias para reducir la polución ambiental con antibióticos, ARBs, y ARGs de varias fuentes incluyendo la agricultura tradicional, la acuicultura, las plantas de tratamientos de efluentes  (wastewater treatment plants  - WWTPs), productores de fármacos y los hospitales.
La limitación del uso de antibióticos en producción animal es la forma más directa de controlar los ARB Y ARGs. Después de que en 1988 Dinamarca prohibió el uso de antibióticos como promotores de crecimiento en crianza animal, los investigadores encontraron marcadas reducciones en la resistencia a los antibióticos. Durante el período 1997–2000, la resistencia a la eritromicina en Enterococcus faecium cayó del 76% al 13% en pollos y del 90% al 47%en cerdos, lo que sugiere que las regulaciones pueden ser efectivas en revertir la resistencia a los antibióticos en animales comestibles. En los EEUU el 70% de los antibióticos se les suministra a los animales fundamentalmente para promover el crecimiento y no para curar enfermedades.
Las buenas prácticas de crianza animal tales como baja densidad animal y buena nutrición mantienen a los animales saludables y reducen la necesidad de antibióticos. La inmunización de animales de granja y peces con vacunas poco costosas que apuntan a los principales patógenos animales limitaría aún más la necesidad de antibióticos.
“Todas las soluciones o parten de cambios en las prácticas locales para ser luego implementadas a nivel global, o no vamos a conseguir nada” dijo David Graham, profesor de ingeniería ambiental de la Newcastle University, Inglaterra. El problema de la resistencia a los antibióticos “solo se va a reducir si cambiamos nuestro comportamiento en todos los frentes”. Pero también “un mayor control de los usos médicos y agrícolas de los antibióticos debe acompañarse con un mayor control de los efluentes”.
Marilyn C. Roberts, profesora de ciencias ocupacionales y de la salud de la Universidad de Washington en Seattle dice que la gente debería exigir que los rótulos de los alimentos procesados declaren si los animales a partir de los cuales se produjo el alimento ha sido criado con antibióticos y además listar los niveles de antibióticos en el alimento.
Artículo completo (en Inglés): http://ehp.niehs.nih.gov/121-a255/
Carol Potera, de Montana, EEUU, escribe en EHP desde el año 1996. También escribe por Microbe, Genetic Engineering News, y el American Journal of Nursing.
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GERM WARFARE? STRATEGIES FOR REDUCING THE SPREAD OF ANTIBIOTIC RESISTANCE (from an article By Carol Potera in Environ Health Perspect;  http://dx.doi.org/10.1289/ehp.121-A255, cited by EHN Children's Health [childrens_health@newsletters.environmentalhealthnews.org], Aug. 1, 2013)
A growing body of literature describes how human pathogens in the environment acquire antibiotic resistance genes (ARGs), a process potentially boosted by selection pressure from antibiotics. Contaminated water and soil may then maintain and spread these antibiotic-resistant bacteria (ARB) and ARGs. A review in this issue of EHP examines strategies for reducing environmental pollution with antibiotics, ARBs, and ARGs from various sources, including traditional agriculture, aquaculture, wastewater treatment plants (WWTPs), pharmaceutical manufacturers, and hospitals.
Limiting antibiotics in animal production is the most direct way to control environmental ARB and ARGs. After Denmark banned antibiotics as animal growth promoters in 1998, investigators found marked reductions of antibiotic resistance. During the period 1997–2000, erythromycin resistance in Enterococcus faecium fell from 76% to 13% in Danish broiler chickens and from 90% to 47% in pigs, suggesting that regulations can be useful in reversing antibiotic resistance in food animals.2 In the United States, 70% of antibiotics are given to farm animals, largely to promote growth, not treat disease.
Good animal husbandry practices, such as low animal density and good nutrition, keep animals healthy and reduce the need for antibiotics.3 Immunizing farm animals and fish with inexpensive vaccines aimed at major animal pathogens would further limit the need for antibiotics.1
“All solutions must start with changes in local practices and then be implemented at a global scale, or we will get nowhere,” says coauthor David Graham, a professor of ecosystems engineering at Newcastle University, United Kingdom. The problem of antibiotic resistance “will only be reduced if we change our behavior at all fronts,” Graham says. “Greater control of the medical and agricultural uses of antibiotics must be coupled with greater control of our wastes.”
Marilyn C. Roberts, a professor of environmental and occupational health sciences at the University of Washington in Seattle, says that people could demand that food labels state whether food was grown with antibiotics and list the levels of antibiotic residues in a food.

(*) Carol Potera, based in Montana, has written for EHP since 1996. She also writes for Microbe, Genetic Engineering News, and the American Journal of Nursing.

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