ALGODÓN: POCO AMIGABLE AL AMBIENTE?

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¿EL ALGODÓN NO ENGAÑA? UNA FIBRA NATURAL POCO AMIGA DEL AMBIENTE (de un artículo pr Montse Escutia, ingeniera agrónoma y secretaria general de la As. Vida Sana, ENVIADO POR: ECOTICIAS.COM / RED / AGENCIAS, 23/01/2012)

Foto: wikipedia.org

Muchas personas asocian el algodón con un tejido natural y lo prefieren a otros tejidos sintéticos obtenidos con fibras derivadas del petróleo. El algodón es, desde el siglo XIX, la principal fibra para fines textiles. Es verdad que el algodón es una fibra ideal para vestirse pero... detrás de una tela de algodón hay todo un proceso altamente contaminante y perjudicial para el medio ambiente y la sociedad que se inicia desde el mismo cultivo de la planta. Vamos a intentar en este artículo poner de manifiesto los problemas asociados al cultivo intensivo del algodón y cómo es posible una alternativa con las técnicas de la agricultura ecológica, mucho más respetuosa, no sólo con el medio ambiente, si no con los pueblos que tienen en su cultivo su principal actividad económica.
Aunque su cultivo sólo ocupa el 2,4 % de la superficie cultivable mundial, consume  el 16% de los insecticidas1. Es uno de los cultivos más intensivos en el que además se utilizan gran cantidad de herbicidas, defoliantes y abonos químicos. El impacto ambiental es enorme y afecta no sólo a las comunidades que lo cultivan si no a muchas zonas vecinas e incluso alejadas de las zonas de producción. Esto se ve incrementado por el hecho de que el algodón se cultiva mayoritariamente en países pobres o en economías emergentes donde la situación en zonas rurales sigue siendo de gran pobreza. 
En España no es muy distinto aunque se reducen los tratamientos y podemos encontrar máximos de hasta 7 aplicaciones de insecticidas, unas cuantas de reguladores de crecimiento y un par de defoliantes. Esto sin contar los tratamientos herbicidas que suelen ser dos y los abonos químicos4.
Al cóctel de químicos se suma el hecho de que frecuentemente se utilizan insecticidas como el paration o el aldicarb que han sido declarados especialmente problemáticos para la salud humana por la propia OMS5. La Agencia de Protección Medioambiental de EE.UU. (EPA) considera a siete de los 15 insecticidas más utilizados en el cultivo de algodón en este país como “posible”, “probable” o “conocido” carcinógeno (acefato, dicloropropeno, diuron, fluometuron, pendimentalin, tribufos y trifuralin).
 Tampoco podemos olvidar los problemas asociados a los excesos del abono químico. Especialmente los nitrogenados que nunca faltan en el cultivo del algodón, son una fuente de contaminación de aguas subterráneas y superficiales. Provocan la eutrofización de ríos y lagos impidiendo el correcto desarrollo de la vida acuática. 
A esto hay que añadir los efectos sobre el cambio climático y el efecto invernadero del óxido nitroso N2O, 150 veces más potente que el famoso CO2 (algunos científicos hablan de hasta 300 veces más potente) por su estabilidad una vez llega a la troposfera8. Allí además contribuye a la destrucción de la capa de ozono. El óxido nitroso es un gas que se desprende del suelo y los mares artificialmente enriquecidos con un exceso de nitrógeno procedente principalmente de la actividad agraria.
El algodón es una planta que tiene unas necesidades hídricas medias de 1000mm (es decir 1000l/m2) a lo largo de su ciclo. Si se cultiva en una zona donde la pluviometría es inferior es necesario recurrir al riego. Además resiste muy poco la falta de agua en determinados periodos de su desarrollo, especialmente a partir de la floración y si no se riega la producción se ve seriamente perjudicada. Por eso en las zonas de cultivo del algodón el agua es un bien esencial para asegurar la cosecha.
Pero a la vez el algodón requiere de un clima seco ya que los días de sol favorecen la floración y la fructificación. Una lluvia después de la apertura de las cápsulas puede afectar seriamente su calidad. Estos requisitos tienen como resultado la implantación de los campos de algodón en zonas secas acompañadas de regadío. Como además se trata de un cultivo industrial se cultiva en grandes extensiones. Todo ello conduce a una gran demanda de agua que se suele utilizar de manera poco eficiente (el principal sistema de riego sigue siendo a manta o por surcos) y que devuelve al medio un agua cargada de abonos y residuos de pesticidas.
 
La industria del algodón convencional empieza a reaccionar frente a las denuncias  de diferentes movimientos sociales sobre los problemas ambientales ligados al cultivo convencional. Uno de los principales objetivos es reducir la cantidad de pesticidas que se aplican. La ciencia, al igual que en otros cultivos, ha puesto sus esfuerzos en encontrar plantas resistentes a plagas y ha desarrollado un algodón transgénico que incorpora la toxina Bt. Los estudios presentados por los entornos “protransgénicos” hablan de reducciones en el uso de pesticidas que muchas veces están entorno del 50%11. Sería una buena noticia si el uso de algodón transgénico no tuviese importantes “efectos secundarios” y esta tecnología no tuviese grandes lagunas sobre su funcionamiento y consecuencias futuras12. Existen muchas incógnitas sobre si ésta es el mejor camino a seguir. ¿Cuánto tiempo tardarán los insectos a romper la barrera de resistencia del algodón y seguir consumiéndolo sin problemas? ¿Qué pasará entonces? ¿Se crearán nuevos transgénicos? ¿Se volverá al uso tradicional de insecticidas?
Mucho más allá de la visión simplista centrada en la resistencia de la planta a una determinada plaga que ofrecen los transgénicos, la agricultura ecológica da una respuesta al problema mucho más global. Quizás los rendimientos no van a ser tan elevados pero permite un cultivo sostenible en el tiempo, que no degrada los suelos ni pone en peligro la supervivencia y la salud de los pueblos. El cultivo ecológico implica rotaciones con otros cultivos como el maíz, la mandioca, el trigo, el girasol, el tomate o el sorgo, en los que además se intercalan abonos verdes, es decir, cultivos que incluyen leguminosas y que mejoran la fertilidad del suelo.
Lo primero que descubre un algodonero cuando empieza a cultivar ecológico es que la presión de las plagas disminuye con el paso del tiempo. Tras unos años de rotaciones, de fertilización orgánica y sin la aplicación de productos químicos, el agroecosistema empieza a equilibrarse. Las rotaciones son fundamentales ya que rompen el ciclo de las plagas específicas de cada cultivo y por tanto es una de las principales técnicas preventivas.
Las rotaciones de cultivo también son una herramienta básica para evitar la proliferación de un determinado tipo de malas hierbas ya que suelen ir asociadas a cultivos específicos. El cultivo ecológico del algodón no utiliza defoliantes químicos.
Por último no debemos olvidar que el consumo de algodón ecológico es además una muestra de apoyo y solidaridad con comunidades que, de esta forma, pueden tener una actividad económica que no les obliga a estar en contacto permanente con tóxicos y que no contribuye a la degradación de sus tierras ni a la contaminación de sus aguas.
Es nuestra responsabilidad como consumidores elegir entre un cultivo que degrada el medio ambiente y pone en peligro la salud de las persona u otro que permite a los algodoneros ganarse la vida con dignidad y sin poner en peligro el futuro de sus hijos.
Aunque el cultivo del algodón actual no tenga nada que ver con las aberraciones que se cometían hace diez años, todavía existe un largo camino por recorrer y muchos son los lugares en el mundo en que apenas han empezado a caminar. El cultivo ecológico del algodón ofrece una vía rápida y segura para regenerar millones de hectáreas de suelo agonizante.

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¿DOES COTTON CHEAT? A NATURAL FIBER NOT ALWYS GOOD FOR THE ENVIRONMENT. (from an article by Montse Escutia, agronomist and secretary of Vida Sana Ass., sent by ingeniera agrónoma y secretaria general de la As. Vida Sana, sent by ECOTICIAS.COM / RED / AGENCIAS, 23/01/2012)



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