MONOCULTIVOS, CIENCIA Y SOBERANÍA ALIMENTARIA



MONOCULTIVOS AGRÍCOLAS Y DEL CONOCIMIENTO MAL CONCEBIDOS (de un artículo en SciDev.Net [global@team-scidev.net]; Sep. 9, 2013)   ENGLISH VERSION BELOW

Las necesidades de alimentos pueden ser satisfechas con una nueva visión de la agricultura y la ciencia, dicen Brian Wynne y Georgina Catacora-Vargas. (*)

 


En la política convencional y el pensamiento corporativo los conocimientos científicos y los mercados globales son considerados clave para la seguridad alimentaria. Esto dio como resultado la industrialización y el acento en las investigaciones lideradas por los laboratorios enfocadas hacia la intensificación de los sistemas agrícolas, los insumos y las cadenas de distribución de alimentos.

Pero esa intensificación de los sistemas no satisface las necesidades globales de alimentos; más bien favorecen a los mercados de exportación y a los intereses corporativos. El resultado es una severa desconexión física y económica entre la producción y el consumo o las necesidades.

Se trata, en efecto, de un modelo de monocultivo industrial de producción – tanto de alimentos como de conocimientos – que esquiva sus costos sociales y ecológicos al tiempo que coarta otras alternativas sustentables y subexplota el potencial de versatilidad de la ciencia.

Para generar caminos más sustentables y justos a una producción y acceso a los alimentos y a la diversificación agrícola se necesita descentralizar los sistemas de producción de alimentos orientandose a redes más localizadas.

Los propulsores del enfoque industrializado contraponen “ciencia” a otros tipos de conocimientos y visiones innovativas desechando las alternativas como anticiencia y antimodernización.

Pero investigaciones recientes muestran que ese tipo de agricultura moderna no supera en términos de rendimientos y reducción de las cargas de pesticidas a los cultivos no-OGM, especialmente para ‘commodities’  como la soja y el maíz.

Esta visión tecnocientífica comercial también impregna tecnologías y métodos de producción en especial para los mercados de demanda globales que no reflejan las diversas necesidades reales. En un primer paso los investigadores, inversores y hacedores de políticas tienen que identificar y re-evaluar hipótesis sobre ciencia, innovación, provisión y acceso a los alimentos.

La ciencia tiene que hacerse las preguntas correctas acerca de la seguridad alimentaria global sustentable que es algo más que un tema de producción inmediata. En lugar de preguntarnos casi exclusivamente como aumentar rendimientos en el corto plazo deberíamos preguntarnos porqué la producción global existente le es negada a muchos pueblos necesitados al tiempo que genera una masa de obesidad y enormes cantidades de alimentos desperdiciados en otros lados.


(*) Brian Wynne es profesor de estudios de ciencia en el Centro para Estudios sobre el Cambio Ambiental, Lancaster University, Reino Unido. Georgina Catacora-Vargas es investigadora en  SEED (Departamento de Sociología, Ecología y Ética) del Centro para la Bioseguridad de GenØk, Noruega. Wynne puede ser contactado en b.wynne@lancaster.ac.uk

Comentario del Editor del blog: La última frase del artículo es la clave para enfocar la soberanía alimentaria. No es cuestión solo de producir más, sino de distribuir mejor. Es inútil producir más por medio de “tecnologías de punta” si quienes están en condiciones de emplearlas reciben subsidios para NO PRODUCIR. No es cuestión de oponerse ciegamente a las “tecnologías de punta” ni a los métodos productivos extensivos. De lo que se trata es de propender al desarrollo de teorías económicas humanísticas del tipo del capitalismo consciente que factorea en su ecuación de beneficios otros aspectos más allá de las utilidades inmediatas y toma en cuenta la diversidad tanto en la Naturaleza como en el hombre en la producción y consumo de bienes y servicios bajo la miríada de diferentes circunstancias en el mundo. Jorge Casale.
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FARMING AND KNOWLEDGE MONOCULTURES ARE MISCONCEIVED (SciDev.Net [global@team-scidev.net]; Sep. 9, 2013)

Food needs can be met with a new vision for agriculture and science, say Brian Wynne and Georgina Catacora-Vargas. (*)

In mainstream policy and corporate thinking, scientific knowledge and global markets are considered key for food security. This has resulted in the industrialisation and laboratory research-led intensification of agricultural systems, inputs and food-supply chains.

But intensified systems do not meet global food needs — they mostly suit export markets and corporate interests. The result is severe physical, but also economic, disconnection between production and consumption, or need.

This is effectively an industrial monoculture model of production — of both food and knowledge — that avoids its ecological and social costs, while suppressing more effective sustainable alternatives, and underexploits science's potential versatility.

To generate more sustainable pathways to equitable and healthy food production and access, agricultural diversification is needed, with food-supply systems decentralised and a move towards more localised networks.

Proponents of the industrialized approach ideologically deploy 'science' against other types of knowledge and visions of innovation, dismissing alternatives as antiscience and antimodernisation.

But recent research shows that this type of modern agriculture does not perform any better in terms of yields and reduced pesticide burdens than non-GM, especially for commodity crops such as soybean and maize.

This technoscientific commercial vision also shapes technologies and production primarily for global market demands, which does not reflect diverse real needs. As a first step, researchers, funders and policymakers need to identify and then re-evaluate assumptions about science, innovation, and food supply and access.

Science  need to ask the right questions about sustainable global food security, which is more than a short-term production issue. Instead of asking almost exclusively how to increase short-term yields, we should ask why even existing global production is denied to many needy people, while generating mass obesity and enormous amounts of food waste elsewhere.


(*) Brian Wynne is professor of science studies at the Centre for the Study of Environmental Change, Lancaster University, United Kingdom. Georgina Catacora-Vargas is a researcher at the SEED (Society, Ecology and Ethic Department) of GenØk — Centre for Biosafety, Norway. Wynne can be contacted at b.wynne@lancaster.ac.uk

Comments by the blog’s Editor: The article’s last sentence seems to be the key to deal with food sovereignity. It is not a question of just producing more, but to distribute better.  It is useless to produce more using “forefront technologies” if those that are in conditions of using them receive subsidies NOT TO PRODUCE. It is senseless to oppose blindly either “forefront technology” or extensive production methods. What is needed is to promote the development of humanistic economic theories like, for example, conscient capitalism, that factors in other economic terms of the equation, terms that go beyond immediate profits, taking into account diversity – both human and in Nature – in the production, distribution and consumption of goods and services under the miriad of diverse circumstances. Jorge Casale.

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