TRANSGÉNICOS: CONCEPTOS Y CONTROVERSIAS


TRANSGÉNICOS, CONCEPTOS Y CONTROVERSIAS

Los transgénicos están ya en los supermercados y almacenes de barrio, sin ningún etiquetado diferencial obligatorio. En Argentina hay 31 millones de hectáreas cultivadas con transgénicos, más de la mitad con soja. Estados Unidos, India y Rusia lideran el ranking, seguidos por China y Brasil. Prácticamente no hay producto en los mercados locales que no tengan por lo menos un insumo transgénico en su composición. En el siguiente artículo se encuentra una lista de muchas docenas de esos productos elaborados consumidos en Argentina en la que, al igual que en la mayoría de los países del mundo, no solo no está restringida la producción y consumo de transgénicos, sino que el progreso de esa tecnología es considerado un hito de avance científico-tecnológico nacional. (http://www.taringa.net/posts/info/1058311/Alimentos-transgenicos-en-Argentina.html.)

En el BOLETIN COMPARTIENDO # 28 – 2012, (Boletin_Compartiendo@ideas.org.pe) se presenta un excelente artículo por José R. Campero Marañón (fuente: www.infoagro.com), titulado TRANSGÉNICOS Y EL EQUILIBRIO DE LOS ECOSISTEMAS, extraemos y comentamos aquí algunos de sus párrafos. Sin embargo, recomendamos enfáticamente la lectura del artículo completo, ya que es ampliamente informativo tanto para conocedores o neófitos, por su solidez científica y claridad de redacción.  

El artículo comienza diciendo:

Los alimentos transgénicos irrumpieron el mundo el 18 de mayo del 1994, cuando la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos, autorizó la comercialización del tomate Flavr Savr producido en California por la Calgene. Hay quienes avizoran un futuro dominado por transgénicos patentados y con Tecnología de Restricción de Uso Genético (TRUG), conocidos como técnicaTerminator, supuestamente para evitar su reproducción espontánea en el ecosistema.

Los OGM son el resultado de la supresión o incorporación de uno o más genes procedentes de otra especie (vegetal, animal o microorganismo) en el DNA de la especie a modificar. Hoy se debate en el planeta en términos sociales, culturales, económicos y de efectos sobre la salud de los ecosistemas, la aplicación de la ingeniería genética a la modificación genética; y la razón de este acalorado debate es que la producción y consumo de transgénicos es posible que afecte el equilibrio de los ecosistemas.

En los últimos decenios, la ingeniería genética ha logrando grandes avances, como la producción de Insulina recombinante por modificación genética, entre otras, de la bacteria Escherichia coli o la vacuna recombinante contra la Hepatitis B. La producción de quimosina bovina recombinante incorporando una enzima presente en el cuajo de ternero en el hongo Aspergillus niger es utilizada desde 1988 en la elaboración de quesos en reemplazo del cuajo de ternero. Hoy, no sólo se produce quimosina transgénica, sino vacas transgénicas con capacidad para producir mayor cantidad de caseína en la leche, hormonas de crecimiento como la rBST (Somatotropina Bovina) utilizada para incrementar la producción de leche, acelerar el crecimiento o también producir proteínas de importancia médica.

Las enzimas de restricción permiten reconocer y cortar determinadas secuencias de DNA e insertar ésta en otra molécula de DNA, sellarla mediante el DNA Ligasa y generar así una molécula nueva llamada Recombinante. El DNA, Ácido desoxirribonucleico, contiene la información genética y es responsable de la transmisión hereditaria.

Para la producción de plantas transgénicas existen tres procedimientos y cada técnica viene condicionada por el tipo de planta: a) Transformación por Agrobacterium; b) Transformación de Protoplastos; c) Biobalística. (N. del E.: el artículo describe en forma somera pero detallada cada una de esas técnicas)

Hoy, gracias a los grandes visionarios de la agropecuaria nacional, la población está obligada a consumir transgénicos, sea porque no tiene otra alternativa o porque ignora que consume transgénicos.

POSIBLES VENTAJAS AGRONÓMICAS DE LOS CULTIVOS TRANSGÉNICOS.
 1. Resistencia a herbicidas. Desde 1996 se cultiva soya transgénica resistente al glifosato. Posteriormente, irrumpieron otros cultivos RoundUp Ready con resistencia al glifosato como maíz, canola, sorgo, alfalfa y algodón. Monsanto, propietaria de la semilla transgénica y del glifosato protege su paquete tecnológico mediante patentes y obliga a los usuarios del paquete a pagar regalías por la parte de la cosecha que se usa para la siembra. (N. del E: no solo obliga a pagar regalías por su uso, sino que también persigue judicialmente a quienes ven accidentalmente contaminadas sus cosechas con las variedades transgénicas).

Monsanto, Syngenta y BASF anunciaron la producción de trigo transgénico, pero hasta ahora su producción es limitada.

2. Resistencia a insectos-plagas. La producción de plantas con capacidad para elaborar sus propios insecticidas reduce la necesidad de aplicar insecticidas, por esta vía se controla por ejemplo: el gusano cogollero del maíz y la lagarta rosada en el algodón, sin hacer uso de insecticidas preservando en cierto modo el medio ambiente.

El Bacillus thuringiensis (Bt) es el insecticida biológico más utilizado en el control de plagas agrícolas y vectores de enfermedades como el dengue y el paludismo. Sobre este conocimiento se desarrollaron plantas transgénicas que expresan el transgen que le confieren resistencia al ataque de larvas de lepidópteros. Las toxinas Bt se han usado como bioinsecticida en los últimos 40 años  pero su aplicación directa ha tenido desventajas que fueron resueltas con la modificación genética de las plantas. En resumen, las plantas resistentes a herbicidas o productoras de bioinsecticidas, si bien ofrecen algunas ventajas económicas al productor, no ofrecen ninguna ventaja al consumidor y representan un potente riesgo a la salud de los ecosistemas.

Están en la carpeta de la ingeniería genética encontrar plantas con resistencia a la sequía y temperaturas extremas; fijación simbiótica de nitrógeno atmosférico en especies distintas a las leguminosas sustituyendo el uso de fertilizantes químicos nitrogenados; resistencia a suelos ácidos y alcalinos utilizando genes de arqueobacterias; reducciones en el ciclo del cultivo, básico en los procesos de adaptación a las condiciones que plantea la crisis climática.
 
 El incremento de los contenidos de proteínas, minerales o vitaminas es una interesante ruta para mejorar la calidad nutricional; otros transgénicos de interés son aquellos que ofrecen mayor concentración de aminoácidos esenciales.

Estos desarrollos biotecnológicos superaron con éxito la investigación primaria, pero muchos de ellos tienen pruebas de bioseguridad aún en ciernes.

RIESGOS DE LA LIBERACIÓN DE TRANSGÉNICOS.
El amplio uso de Bacillus thuringiensis (Bt) en la agricultura ecológica  aseguraría que su uso no guarda relación alguna con la posibilidad de causar alergias.  Se viene cultivando desde 1996 pero existe la posibilidad de que induzca brotes de resistencia en plagas del maíz y ya se ha reportado el desarrollo de malezas con resistencia al glifosato.

El paquete tecnológico del glifosato incluye un surfactante, el polioxietileno amida (POEA), ácidos orgánicos de glifosato e isopropilamina y agua, compuestos de los cuales sí se conocen efectos graves en la salud humana.  Al respecto, en la Argentina, el tercer mayor productor mundial de soya transgénica del mundo, Jorge Kaczewer encontró que la combinación del glifosato con la POEA es tóxica y reporta, asociado a su uso, un incremento de las mutaciones cancerígenas y efectos espermaticidas en animales de laboratorio. En abril del 2009, Andrés Carrasco, indicaba que el glifosato puede producir malformaciones neurales, intestinales y cardíacas en embriones humanos. (N. del E.: El Dr. Carrasco sufrió grandes presiones legales y hasta físicas por difundir anticipadamente sus resultados).  Al otro lado del Atlántico, en el 2005 se descubrió que algunas células de la placenta humana son muy sensibles al herbicida RoundUp y podría provocar abortos, problemas hormonales, genitales o de reproducción, además de distintos tipos de cánceres.
 En México, se comprobó la contaminación de variedades nativas con maíz transgénico Bt. Como solución se desarrolló el gen terminador (TRUG) que evita la pérdida de la biodiversidad al no ser viable la semilla. Esta tecnología está en moratoria en Naciones Unidas porque su liberación significaría el encadenamiento de los agricultores a las empresas de semillas transgénicas.
La presencia de alergias asociados a OGM está ampliamente documentada: entre los más conocidos se cita la soya con transgenes de almendra (Bertholletia excelsa) y el maíz transgénico StarLink originalmente aprobado solo para consumo animal por su cualidad alergénica.
También está el problema de los transgénicos clandestinos. Se sabe que existen transgénicos clandestinos p.ej. en Suecia, e Irlanda, y hay varios otros casos de siembra clandestina. Lo que queda claro es la falta de seguridad de la que presumen las empresas biotecnológicas con la Monsanto como su máximo representante.

CONCLUSIONES.
Según el Grupo ETC24 seis empresas controlaban el negocio de las semillas transgénicas: Monsanto, Dupont, Syngenta, Bayer, Dow, BASF, estas seis fueron también las mayores en el mercado mundial de agrotóxicos. Es indudable que el gran ganador es la empresa multinacional que controla la semilla transgénica y el herbicida con algún beneficio económico al agricultor, pero son inexistentes los beneficios para consumidores y, potencialmente, el paquete es de alto riesgo para la salud del ecosistema.

No se ha demostrado que el consumo de transgenes afecte negativamente la salud humana, pero, tampoco se ha demostrado lo contrario. En el presente, están en debate sus posibles efectos negativos sobre la salud, el medio ambiente y la biodiversidad. Estos efectos secundarios emergen del desprecio por la bioseguridad planetaria que tienen los patrones de las transnacionales.

Según el autor del artículo, el futuro de los transgénicos puede ser promisorio, particularmente ligado a aquellos desarrollos que buscan mejorar la calidad de los alimentos, ofrecer plantas con resistencia a efectos ambientales desfavorables como sequías, heladas y acidez y alcalinidad extremos; plantas bioinsecticidas o gramíneas y vegetales en general con capacidad para fijar nitrógeno atmosférico; especies vegetales con capacidad para prosperar en medios contaminados con metales pesados descontaminándolos; estas condiciones permitirían utilizar eficazmente la superficie agrícola preservando los bosques y en el 2050, supuestamente alimentar a los 2,000 millones de nuevos habitantes del planeta. También son promisorios aquellos desarrollos asociados a la producción de fármacos en las granjas farmacéuticas y el control de vectores de enfermedades como el paludismo y el dengue mediante OGM.

Sin embargo, el autor concluye que estos desarrollos deberían mantenerse en confinamiento hasta encontrar y aplicar evaluaciones de riesgo ecológico creíbles.

N. del E.: a este respecto es de notar una marcada tendencia de las autoridades de control agropecuarias del mundo a someterse a las presiones por parte de las empresas biotecnológicas, aceptando sus propios estudios de riesgo ecológico o de salud, lo que hace a sus resultados no creíbles. Ello debiera impedir la aprobación de las producciones agropecuarias transgénicas comerciales hasta tanto se presenten resultados concretos de estudios definidamente independientes.
También se han verificado inaceptables relaciones de dependencia laboral, actuales o pasadas, de profesionales de las agencias oficiales a cargo de las aprobaciones con empresas biotecnológicas. Esta situación ha sido denunciada tanto en los EEUU como en la Unión Europea, llevando a la renuncia de algunos de esos profesionales, y a serias acusaciones de sesgo en la actuación de esas agencias gubernamentales en los procedimientos de aprobación de cultivos comerciales transgénicos.

Respecto de lo que los intereses biotecnológicos y algunos ilusos mencionan de que los transgénicos son la única solución al hambre mundial, solo basta considerar cuales son los países que más alimentos transgénicos producen y cuales son aquellos en los que el hambre aún hoy hace estragos. Los primeros son mayoritariamente países desarrollados que no solo no necesitan más alimentos, sino que subsidian su no producción, a fin de poner freno a las acumulaciones de stocks de alimentos - alimentos que los países pobres carecen del dinero para comprar. Y si las biotecnológicas se salieran con la suya, esos países donde campea el hambre no solo no van a tener dinero para comprar alimentos, sino que tampoco lo van a tener para pagar las semillas y los royalties que las patentes van a tener el derecho legal de exigir.
(Editor: Jorge Casale, Allorganics21)

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